Vie. Sep 20th, 2024

Segundo Saturdino Topón,
‘Patrimonio Cultural viviente’, es un humilde agricultor de la parroquia de Mushugñan, cantón de Rumiñahui. Entona el sonido de la naturaleza  con su rudimentario instrumento , desde que  tenía apenas nueve años.
“Aprendí con mi abuelo. Mientras él labraba la tierra, yo para no aburrirme tomaba un palito de chonta y una vasija de plástico y entonaba melodías acompañando el sonido natural del prado. Después de un tiempo mi ancestro, con paciencia y mucha dedicación, me enseñó las tonadas que en un maravilloso instrumento podía entonar, transformando las notas en la esencia del sonido de la tierra”, indicó el experimentado pingullero pichinchano.
HISTORIA Y PRESENCIA
Después de 58 años de carrera, a este artista se lo valora en el país y a nivel internacional.
“De todo el mundo llegan personas que reconocen la importancia de preservar la cultura de los países indígenas”, acotó Topón.
“Me contratan para tocar en las bodas, en bautizos. Lo bello de mi arte es la comparza que acompaña mis notas. Todos bailan al compaz y es muy bonito  escuchar como la unión de las tonadas es simplemente el sonido de la naturaleza”, puntualizó este ancestral músico.
HERMOSAS COMPARZAS
El pingullero es el principal personaje de las fiestas indígenas de nuestro país. Él a travéz de sus tonadas va marcando o dando tiempos a cada uno de los momentos del evento.
“Cuando llegan los invitados se toca el tono del diablo para dar la bienvenida; luego se da el tono de mesa cuando el prioste está listo para iniciar con la cena; luego tocó el tono de agradecimiento para luego pasar al baile; en ese momento entono el baile de la cinta. Cuando se termina con este festejo, toco el ritual de la culebrilla y finalizo con el curinquingue”, acotó el legendario artista del pingullo.
LEGADO ANCESTRAL
“Quiero enseñar a los jóvenes del sector este arte, con el fin de preservarlo. Pero el Gobierno no escucha nuestras demandas”, añadió.
“Si el apoyo que requiero fuese autorizado por el gobierno del Catón, construiría por lo menos un aula en la que reuniría a chicos de la comunidad y les enseñaría lo que sé”, concluyó este ejemplar comunero.