Más que una simple costumbre, la tradición indígena de lucir una larga trenza en la cabellera es un elemento cultural, casi espiritual, para los quechuas de Otavalo (Ecuador) quienes han llegado al punto de prohibir a los peluqueros cortar ese apéndice a los menores que no tengan autorización paterna para ello.
Todo comenzó hace algunos años, cuando las tendencias estéticas llevaron a los primeros jóvenes de la localidad a librarse de sus trenzas pero, poco a poco, esta práctica fue ganando adeptos, a la par que aumentaba la preocupación de los más fieles seguidores de la tradición quechua.
PROHIBICIÓN DE CORTAR LA TRENZA EN OTAVALO
A un centenar de kilómetros al norte de Quito, enclavada en la provincia de Imbabura y al pie del volcán del mismo nombre, Otavalo cuenta con un 60 % de población indígena, lo que la convierte en un caso singular en América, según el cabildo quechua de la ciudad.
Baluarte de las tradiciones quechua, conserva todavía hoy con esmero rasgos de su cultura ancestral, como su vestimenta, su gastronomía, su idioma (el quechua) y cómo no, la trenza que adorna a sus hombres.
Por eso, el corte de esta extensión capilar inquieta a los líderes de las comunidades otavaleñas, que ven en ello el riesgo de la pérdida de una parte de su identidad.
«Para nosotros la trenza es un elemento muy sagrado que nos identifica como quechuas otavalos y que hemos mantenido por muchos años», dijo a Efe el presidente del cabildo quechua de Otavalo, Raúl Amaguaña.
Debido a «la globalización y a la influencia de los ‘mass media’, en los últimos años se ha visto la tendencia de que los jóvenes renuncian a ese elemento, muy importante, por cuestiones de moda más que todo», añadió.
Por eso, hace unas semanas, los dirigentes del cabildo emitieron una resolución para que las peluquerías de la ciudad exijan una autorización paterna a los menores de edad que pretendan cortarse la trenza.
Amaguaña asegura que para los indígenas de Otavalo, como para muchos otros en la región andina, «el pelo largo no es solo una cuestión de estética…es algo sagrado, una extensión de nuestro cuerpo que, dentro de nuestra visión, no resulta procedente mutilar».
Hay quien dice que «es el sexto sentido, que permite una comunicación más fluida con el medio ambiente», agregó.
Amaguaña luce su larga cabellera trenzada desde niño -«desde que nací», afirma orgulloso-. «Recuerdo que mi madre tenía mucho cuidado en hacernos la trenza desde que teníamos un año aproximadamente… Decía que el pelo es algo sagrado que no puede tocar cualquier persona, sino la madre, la hermana o la esposa, si eres casado».
Como muchos jóvenes, el hijo de Amaguaña, Charic, también se cortó la trenza, aunque en su caso no fue por razones de imagen, sino porque se lo exigieron sus jefes hace seis años, cuando pasó unos meses trabajando en un estacionamiento de automóviles en los Estados Unidos.
«El hecho de cortarme la trenza influyo mucho en mi vida…fue un tiempo de experimentación», dijo a Efe el joven, de 27 años.
En su opinión, sin la trenza «uno se queda sin brújula, encuentra muchos sentimientos», por eso decidió volver a dejar que su cabello creciera y, de nuevo en su tierra natal, tres años después, ya le llega hasta la mitad de la espalda.
Aunque reconoce que hay «algo de moda» en la tendencia de cortar la trenza, Charic califica de «novelería» pensar que a un indígena tener el pelo corto «le hace sentirse contemporáneo».
Algunas voces en Otavalo discrepan de la exigencia impuesta por el cabildo porque piensan que «ninguna norma prohibitiva funciona» y que, en cambio, puede llevar a la gente «a ir en contra», dijo Raúl Amaguaña.
Sin embargo, según él, los habitantes de Otavalo, «en un 95 %» aceptan la decisión «de controlar un poco a los chicos» que pretenden desprenderse de la trenza.
Los dirigentes del cabildo saben que, a pesar de su disposición, cualquiera puede cortarse la cola trenzada sin tener que ir al peluquero, pero afirman que su intención es preservar la cultura quechua y se sienten satisfechos con haber convertido el asunto en tema para el debate entre familias, líderes comunitarios y gestores culturales.
Y es que «mantener la prioridad de la cultura» propia es algo prioritario para el cabildo, anota su hijo Charic, quien suscribe los postulados de ese organismo y asegura que ya no se separará de su trenza.
«Yo quiero morir con mi trenza, con mi cabello largo. Es parte de mi vida, como mi voz», afirma rotundo. EFE