Vie. Nov 22nd, 2024

Los ecos melancólicos y nostálgicos del Pasillo ecuatoriano resonaron el pasado sábado en Madrid gracias al primer Festival de Pasillo Ecuatoriano, organizado por la Embajada de Ecuador en España.

6-festival-del-pasillo-ecuador-madrid-españa-2013El anfiteatro del edificio del sindicato UGT en Madrid acogió esta gala, con un lleno a rebosar de público, mayoritariamente ecuatoriano.

Una multitud de gente, predominantemente ecuatoriana, se congregó formando una larga cola deseosa de escuchar los ritmos de su tierra.

El festival se estructuró en formato de concurso, al estilo de ciertos programas televisivos, y contó con la participación de trece finalistas que cantaron temas emblemáticos como «Faltándome tú», «Collar de lágrimas» o «El alma en los labios».

El evento, que se celebró para hacerlo coincidir con la festividad del Día Nacional de Ecuador, comenzó con un discurso de la embajadora ecuatoriana en España, Aminta Buenaño, en el que destacó la importancia de promover la cultura de su país más allá de sus fronteras.

Fue conducido por los presentadores Claudia Oñate y David Pérez, ambos ecuatorianos, que dieron paso a las interpretaciones de los músicos.

El primer premio recayó sobre el «Trío Señorial» compuesto por los ecuatorianos Walter Quispe, Giovanni Arévalo y Ramiro Arce.

Estos tres músicos, que era la primera vez que se presentaban a un concurso, llevan quince años residiendo en España y no podían ocultar su felicidad.

En palabras de Giovanni Arévalo, «es un orgullo llevar el Pasillo fuera de las fronteras del Ecuador» y destacaron lo importante de la repercusión de su victoria.

Fueron el grupo más jaleado del festival y con sus «Cantares del alma» levantaron al público de sus asientos entre gritos y aplausos.

El segundo premio fue a parar a Viviana Huaca, ecuatoriana residente en Barcelona, que interpretó la canción «El aguacate» y el tercero para Ángel Tomalá y su «Oración del olvido»

Entre los miembros del jurado se encontraba el embajador de Cuba en España, Alejandro González Galiano,así como la agregada cultural de la embajada de Bolivia y varios músicos profesionales.

Sobre el abarrotado auditorio flotó en todo momento una nostalgia por la tierra distante que se podía observar en los rostros de las personas allí congregadas.

La inquietud de los niños pequeños y los llantos aislados de los bebés contrastaba con las miradas perdidas y los ojos entornados de los mayores mientras recitaban en callados murmullos a veces, y en emocionados gritos otras, los cantes tan arraigados y familiares de su Ecuador.

Aunque dominaron las sonrisas tampoco faltaron lágrimas.

El momento más emotivo llegó cuando, una vez terminadas las interpretaciones y con todos los concursantes en el escenario, se procedió a poner en vídeo los mensajes de apoyo y felicitación de los familiares de los músicos allá en Ecuador.

Madres y hermanos que llevan años sin ver a sus familiares recordaban con cariño los momentos vividos y mandaban todo su apoyo entre bendiciones y alguna petición de una madre cariñosa a su hijo para que «llame más».

Familias enteras acudieron a esta celebración en la que se veían algunos españoles como Antonio, un señor de mediana edad, que acudió al evento acompañado de su pareja, Mónica, una ecuatoriana que lleva seis años viviendo en Madrid.

Antonio confesaba que acudía a la cita «en blanco» ya que era la primera vez que ia a conocer esta música.

Ecuatorianos de toda España estuvieron también presentes en la cita. Marcela Pérez venía de Valencia junto a sus tres hijos pequeños y cuatro primos de Madrid para ver cantar a su marido, Gonzalo Pilaquinga, que cantó la canción «Lamparilla».

Marcela defendió esta iniciativa ya que, según ella, «en España hay cantantes muy buenos» y añadió que es una buena manera de que los jóvenes «no se olviden de su cultura».

A ratos, con ese punto de tristeza que transmiten estos ritmos, y aunque el ambiente era cálido y familiar, daba la sensación de que estas canciones se disfrutarían mejor tomando un trago de ron en alguna taberna destartalada del puerto de Guayaquil o en un patio de una humilde casa de Quito.

Antes del concierto, hubo una degustación de comida típica ecuatoriana en la que los asistentes pudieron saborear un ceviche de camarón, unas croquetas de gallo y un tamal de cerdo.

También hubo felicitaciones y muestras de apoyo a través de grabaciones de vídeo para los participantes por parte de artistas ecuatorianos consagrados como los Hermanos Miño Naranjo, Grace Ramírez y Marlon Valverde.

Asimismo, hubo varias representaciones de danza tradicional ecuatoriana que bailaron, caracterizados con los típicos trajes brillantes, los miembros del Ballet Andino Quitus. EFE

Por kochoa