Una explosión de gran intensidad se registró esta mañana en el volcán Tungurahua, en el centro de los Andes de Ecuador, y no se descarta otro evento similar en las próximas horas, informó hoy el Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional.
La explosión ocurrió a las 06.47 hora local (11.47 GMT) y lanzó al aire una columna de gases, ceniza y cascajo de unos dos kilómetros de altura sobre el nivel del cráter, informó a Efe una fuente del observatorio «Guadalupe», que el IG tiene en las cercanías del coloso.
El instituto señaló que el «cañonazo» que se asoció con la explosión fue escuchado en varias ciudades como Riobamba y Ambato, a unos 30 kilómetros de distancia, así como en la costera Guayaquil, a más de cien; y en sitios cercanos fue percibido como un ligero temblor.
Se reportó la caída de cascajo de color rojizo en las quebradas de Choglontus y Cahuají, así como en la cercana localidad de Huambaló.
Pedro Espín, del observatorio «Guadalupe», indicó que con la explosión se reportó la presencia de «flujos piroclásticos», avalanchas de rocas candentes que rodaron por la quebrada de Achupashal, en el flanco oeste de la montaña.
También se detectó un «flujo piroclásitco» en la quebrada de Vazcún, por lo que las autoridades de la zona decidieron evacuar a personas que se encontraban en las vecinas piscinas de aguas termales de la zona de «El Salado».
Tras la explosión, que estuvo acompañada de un tremor o temblor de alta energía por la salida de ceniza, la actividad bajó de manera considerable, lo que abrió la posibilidad de que en las próximas horas el volcán pueda acumular energía y desarrollar otro evento eruptivo.
Los científicos que vigilan al coloso esperan otra explosión similar o una menos intensa, pero con carga de ceniza, indicó Espín al recordar que desde agosto de 2006, cuando se presentó otro pulso eruptivo de gran intensidad, no se había registrado la expulsión de cascajo.
El pasado 29 de junio, el IG informó de un aumento en la actividad sísmica del Tungurahua y la posibilidad de que se haya formado una especie de «tapón» en la zona del cráter, que impedía la salida de la energía y facilitaba la acumulación de la misma.
Según Espín, ese «tapón» cedió a las presiones y la montaña desfogó la energía acumulada de manera violenta, para dar luego paso a una etapa de «desgasificación» cuya evolución se monitorea a través de la red de sismógrafos instalados en la montaña.
En mayo pasado, el Tungurahua experimentó un pulso eruptivo que se caracterizó por la generación de explosiones y la constante emanación de gases y ceniza, que afectaron cultivos en sectores aledaños al coloso.
Este volcán, de 5.016 metros de altura y situado a unos 80 kilómetros al sur de Quito, comenzó su actual proceso eruptivo en 1999 y desde entonces ha intercalado periodos de fuerte actividad con lapsos de relativa calma.
El Tungurahua integra el más de medio centenar de volcanes con los que cuenta Ecuador y junto al Reventador y Sangay forma parte de los más activos del país. EFE