Ese pequeñ+o dispositivo, del tamaño de la palma de una mano, y que vino a complementar al teclado como la manteca sobre el pan tostado, transformó la forma en que las personas trabajan, juegan y se comunican. El primer mouse de Engelbart estaba hecho de madera de secoya y tenía ruedas de metal. Y su primera presentación pública, en una conferencia de San Francisco en 1968, le ganó una ovación de pie.