El sindicato de trabajadores públicos (KESK) condenó enérgicamente el uso de la fuerza contra los manifestantes, y dijo que espera que otros sindicatos respalden la llamada.
Anteriormente, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, denunció airadamente a los manifestantes a los que calificó de extremistas. Mientras, los activistas acusan al gobierno de autoritarismo.