Artículo original: How and Why We Lie to Ourselves: Cognitive Dissonance (spring.org.uk)
Un experimento clásico de la sicología social de 1959 demuestra cómo y porqué nos mentimos a nosotros mismo. Entenderlo enciende la luz en el oscuro mundo de nuestras motivaciones internas.
Preparación
Una vez en el laboratorio le dicen que el experimento trata sobre como sus expectativas afectan la experiencia actual de una tarea. Aparentemente hay dos grupos y en el otro grupo les han dado una expectativa particular sobre el estudio. Para insistir en la sutil expectativa, los participantes del otro grupo son informalmente actualizados por un estudiante que aparentemente había completado la tarea. En su grupo, harán las tareas sin expectativas.
Quizás se pregunte porque le dicen eso, sin embargo es un poco emocionante que usted sea parte de este experimento.
Así que empieza la primera tarea y rápidamente descubre que es extremadamente aburrida. Le pidieron que mueva unos carretes alrededor de una caja por una media hora y después en la siguiente media hora debe mover unas clavijas alrededor de un tablero. Francamente, observar pintura seca habría sido preferible.
Al final de las tareas el experimentador le agradece y le comenta que a muchas personas les parece una tarea muy interesante. Es algo confuso – la tarea era muy aburrida.
Equivocación experimental
Después el experimentador parece un poco avergonzado y empieza a explicar que ha habido un error y le pide ayuda. El participante después de usted está en la otra condición que mencionaron al inicio – la condición en la cual tienen una expectativa antes de realizar la tarea. Esta expectativa es que la tarea es en realidad interesante. Desafortunadamente la persona que usualmente da esa explicación no aparece.
Así que le preguntan si no le importaría hacerlo. Y no solo eso sino que le pagarán un dólar. En 1959 no es tan insignificante la paga por unos pocos minutos de trabajo. Y le dicen además que pueden usarlo otra vez en el futuro. Suena a dinero fácil, así que acepta. Es muy bueno – lo que empezó como parte del curso le está reportando algo de dinero.
Rápidamente es presentado al siguiente participante que se supone deber hacer la misma tarea que usted realizó. Como le indicaron debe decirle que la tarea que va a hacer es realmente interesante. Ella sonríe, le agradece y sale de la sala. Usted siente algo de arrepentimiento por crearle falsas expectativas. Luego el experimentador regresa, le agradece otra vez y nuevamente le dice que mucha gente disfrutó la tarea y que la encontró interesante.
Luego es conducido a otra habitación donde le entrevistan sobre el experimento que realizó. Una de las preguntas es que tan interesante le pareció la tarea que le dieron. Esto le hace parar por un minuto y pensar.
Ahora le parece que no es tan aburrido como pensó al inicio. Empieza a ver como los movimientos repetitivos tenían cierta belleza simétrica. Y todo, después de todo, era en nombre de la ciencia. Era algo con valor y espera que los experimentadores encuentren resultados interesantes.
La tarea todavía no podía ser clasificada como de gran diversión, pero quizás no estaba tan mal. Descubre, después de reflexionar, que no era tan mala. La califica como moderadamente interesante.
Después del experimento sale y le comenta a su amiga que también era parte del experimento. Comparando notas descubre que sus experiencias eran casi idénticas excepto por una diferencia vital. A ella le ofrecieron más que a usted por la presentación al siguiente estudiante: $20.
Usted le pregunta sobre la tarea de los carretes y las clavijas:
¡Oh! contesta. «Era demasiado aburrida. Le di la mínima calificación posible».
Ella le mira con total incredulidad.
¿Que estaba pasando?
Disonancia cognoscitiva
Lo que experimentó es el poder de la disonancia cognoscitiva. Los sicólogos sociales que estudian la disonancia cognoscitiva están interesados en la manera como manejamos dos pensamientos que se contradicen – y como manejamos esa contradicción.
En este caso: usted pensaba que la tarea era aburrida cuando empezó hasta que le pagaron para decirle a alguien más que era interesante. Pero, usted no es el tipo de persona que va por ahí mintiendo a la gente. ¿Así que como resolver su visión de usted como persona honesta al mentir al siguiente participante? La cantidad de dinero que le pagaron difícilmente salva su conciencia –era bueno pero no tanto.
Su mente lo resuelve decidiendo que el estudio era muy interesante después de todo. Le ayudaron para esa conclusión a través del experimentador que le dice que a otras personas les pareció interesante.
Su amiga, mientras tanto, no necesito de esas maquinaciones mentales. Ella se dice: me pagaron $20 por mentir, lo que es una pequeña fortuna para mi, y que justifica mi acción. La tarea era aburrida y sigue siendo aburrida, diga lo que diga el experimentador.
Una hermosa teoría
A partir de este experimento numeroso estudios de disonancia cognoscitiva se han llevado a cabo y el efecto está muy bien establecido. Su belleza está en que explica mucho de nuestros comportamientos diarios. A continuación algunos ejemplos provistos por Morton Hunt en su trabajo clásico The Story of Psychology:
- Cuando buscamos unirnos a un grupo, mientras más difíciles sean las barreras, más valor le damos a la membresía. Para resolver la disonancia entre las pruebas que nos piden hacer y la realidad de lo que consiguimos al ingresar, nos convencemos que el club es fantástico.
- La gente interpretará la misma información radicalmente diferente para apoyar sus propias visiones del planeta. Cuando decidimos nuestra visión desde un punto de vista polémico, olvidamos de manera conveniente lo que atenta a nuestra teoría y recordamos lo que la apoya.
- La gente ajusta rápidamente sus valores para justificar su comportamiento aunque sea claramente inmoral. Así que aquellos que roban a su empleador dirán «todos lo hacen» o «me pagan mal y merezco algo extra».
Una vez que empieza a pensar sobre esto, la lista de situaciones en las cuales la gente las resuelve con disonancia cognoscitiva a través de la racionalización se hace más y más larga. Si es honesto con usted mismo, estoy seguro que puede pensar en las muchas veces que lo ha hecho.
Estar consciente de esto le puede ayudar a evitar fallar en la más peligrosa consecuencia de la disonancia cognoscitiva: creer en nuestras propias mentiras.
Fuente: CTDeportes.com