3 abr (EFE).- En medio de una nueva oferta de diálogo del Gobierno afgano a los talibanes, al menos 54 personas murieron hoy y unas cien resultaron heridas en un ataque de un comando insurgente contra un complejo administrativo en la ciudad occidental de Farah.
El asalto, el de mayor envergadura de los últimos meses, fue lanzado hacia las 09.20 hora local (04.50 GMT) por un grupo de ocho terroristas suicidas vestidos con uniformes del Ejército afgano y duró «varias horas», según fuentes oficiales.
El gobernador provincial, Farah Akram Khpelwak, explicó a Efe que 34 de las víctimas mortales son civiles, 12 pertenecen a las fuerzas de seguridad locales y los restantes son los miembros del comando talibán.
Entre los heridos predominan los civiles, muchos de ellos funcionarios públicos y mujeres.
Khpelwak precisó que la mayoría de las víctimas fallecieron en un tribunal situado en el interior del complejo atacado, donde también están ubicadas la sede del gobernador de Farah, de la Fiscalía y otros destacados edificios administrativos.
En declaraciones a Efe, el jefe de la policía regional, Aqa Nur Kentoz, detalló que los insurgentes penetraron en el complejo con uniformes militares afganos, detonando explosivos y abriendo fuego contra los que se cruzaban en su camino.
«Los atacantes lucharon con las fuerzas de seguridad afganas durante varias horas», aseguró Kentoz, quien agregó que los rebeldes hicieron estallar un vehículo cargado de explosivos.
El ataque, reivindicado a Efe por el portavoz talibán Mohamed Yusuf, transcurrió rodeado de cierta confusión.
Las autoridades informaron hacia el mediodía local de la muerte de solo seis personas y dieron por concluido el asalto, pero a última hora de la tarde elevaron exponencialmente el número de víctimas sin precisar el porqué de tal paréntesis informativo.
La provincia de Farah, fronteriza con Irán, está situada en el oeste de Afganistán, que no acostumbra a ser escenario de sucesos violentos con tanta frecuencia como el volátil arco suroriental limítrofe con Pakistán, donde tiene sus bastiones la insurgencia.
Aunque no es su método más utilizado, los rebeldes recurren de vez en cuando a los llamados ataques de tipo «fedayín», a cargo de comandos talibanes, con los que persiguen espectacularidad y llamar la atención mediática.
Estas acciones suelen registrarse sobre todo con la llegada del buen tiempo a partir de la primavera, estación en la que se recrudecen los combates en el país tras el gélido invierno.
La mayoría de las víctimas del ataque de hoy son civiles, un colectivo que se ha destacado como muy vulnerable en los más de once años que dura el conflicto afgano desde la invasión estadounidense y caída del régimen integrista talibán, a finales de 2001.
Según un informe de la ONU, la guerra en Afganistán causó en 2012 la muerte de 2.759 civiles y 4.805 heridos, el 81 % de ellos por acciones perpetradas por los insurgentes.
El asalto fedayín llega en medio de la enésima oferta de diálogo del Gobierno del presidente afgano, Hamid Karzai, a los talibanes.
El mandatario afgano se reunió el pasado domingo en Doha con las autoridades cataríes con vistas a abrir una ronda de negociaciones en ese emirato islámico con los insurgentes, que tienen allí representación.
Sin embargo, los talibanes, que hasta la fecha han ninguneado al Ejecutivo afgano por considerarlo una «marioneta» de Washington y la comunidad internacional, no han confirmado todavía que vayan a participar en las conversaciones.
Para Kabul, este diálogo es clave de cara al futuro en un país que vive uno de los momentos más sangrientos de la última década y que en 2014 se quedará sin el paraguas protector de las tropas de la OTAN.
La Alianza Atlántica finaliza ese año el proceso de repliegue, aunque es probable que tras esa fecha permanezca en suelo afgano un número indeterminado de fuerzas internacionales, en especial estadounidenses. EFE