El dolor se aloja en el cantón Pelileo en la provincia de Tungurahua tras la muerte de doce de sus mejores artesanos. Las personas partieron de su tierra natal para dejar en alto el nombre de su profesión. Llenos de ilusión se embarcaron sin conocer que sería el último viaje de su vida.
Pero tras la velación de los cadáveres, la perdida hunde en la desesperación a los familiares de los fallecidos.
Capillas ardientes y mensajes enviados desde distintos sectores del país alientan a la familia de los fallecidos a sobrevivir a esta pérdida.
Humildes trataron de llegar a Guayaquil para ofrecer sus artesanías a otras personas de igual condición económica que ellos. Y es que al parecer este tipo de tragedias siempre enlutan a las personas con menores recursos. Los policías y controles no bastan.