Vie. Nov 22nd, 2024

4 mar (EFE).- Si el fútbol, como decía Jorge Valdano, es un estado de ánimo, al Barça le ha abandonado su fútbol y tiene el ánimo por los suelos después de encadenar tres derrotas en los últimos cuatro partidos, quedar eliminado en la Copa del Rey y con una imperiosa remontada ante el Milan para no quedar fuera de la Liga de Campeones.

El derrumbe se ha producido en las últimas semanas, después de una magnífica victoria en Málaga que cerró una primera vuelta liguera de ensueño (18 victorias y un empate), y cuando los goles de Leo Messi se sobreponían a todo, también a la ausencia del entrenador, Tito Vilanova, que continúa con su tratamiento oncológico en Nueva York. Messi

Inexplicablemente, el juego del Barça ha caído como un castillo de naipes. La fiabilidad defensiva es inexistente, en ataque el equipo es previsible y aquel conjunto que maravillaba se ha desinflado y no encuentra respuestas. De no precisar entrenador -el equipo parecía funcionar con sus automatismos con indiferencia de la táctica- a echar de menos a su técnico Vilanova y a encajar goles en todos los partidos que juega desde el 10 de enero.

Tampoco los jugadores del Barça parecen encontrarse en el mejor momento físico. Es habitual que por estas fechas, el equipo acuse las cargas de preparación y a los futbolistas les cueste estar a su mejor nivel, aunque seguramente las dinámicas de los equipos tienen más que ver con los estados de ánimo creados por los resultados que propiamente por la preparación física.

En todo caso, las señas de identidad del equipo son irreconocibles. Sin presión ni profundidad, el Barcelona necesita reaccionar mientras se encuentra en el ojo del huracán en Europa, con la obligación de remontar un 2-0 ante el Milan, y con la percepción general de que la Liga ya está ganada desde hace meses.

Y sí, Leo Messi sigue marcando. Lleva el argentino 39 tantos en la Liga, 50 en los 40 partidos disputados hasta ahora, pero no es lo mismo. Su acierto, sus tantos, habían servido para no tomar en consideración una situación que ahora se ha destapado, aunque también está el Barça en disposición de darle la vuelta a esta situación si es capaz de continuar vivo en Europa.

Pero no sólo está en entredicho el equipo, después de sus últimas actuaciones, también en el área institucional el club azulgrana pasa por momentos de duda. Un asunto de entradas utilizadas por seguidores radicales y el lanzamiento de una bengala al graderío de los seguidores madridistas durante el clásico de hace una semana en el Camp Nou han puesto en el punto de mira a la junta directiva.

Se ha producido un cambio de política con los radicales. De la tolerancia cero con Joan Laporta a la posibilidad planteada por Rosell de crear una grada de animación, una propuesta desechada después de los últimos sucesos en el Camp Nou.

Bengalas y presencia de ‘Boixos Nois’ en los desplazamientos europeos del equipo, pero también cuestiones dirimidas en los juzgados con la anterior directiva, una dinámica que rodea el día a día del club en los últimos meses.

La falta de liderazgo en el banquillo es evidente. Vilanova dirige desde su teléfono móvil al equipo, pero sus jugadores se sienten huérfanos y necesitan un técnico con ascendiente que los guíe.

El equipo, mientras, espera el desenlace de la eliminatoria de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Manchester United, cuyo resultado podría rebajar la tensión existente. Por el momento, los futbolistas estarán dos días de fiesta, el próximo jueves se entrenarán en sesión doble y esta semana tienen un sólo compromiso, el partido liguero del próximo sábado ante el Deportivo.

Toda la energía estará centrada en el enfrentamiento ante el Milan. Como hace unos días dijo Xavi Hernández, uno de los referentes del Barça, a este equipo que lo ha ganado todo le falta una remontada para cerrar el círculo. Una remontada, fútbol y mucho ánimo. EFE.

Por ccarrera