Con la sensación compartida de que no se trata de una buena señal, los ochenta días de ausencia de la televisión del presidente más mediático de Latinoamérica dividen al oficialismo, que apoya el respeto a su intimidad, y a la oposición, que reclama transparencia ante la opacidad informativa del Gobierno.
«Yo me imagino que si el presidente estuviera como para mostrarlo, se hubiese mostrado. Creo que está en un proceso de tratamiento que es complejo», dijo a Efe Jesse Chacón, exministro de Comunicación y Presidencia de Chávez.
Al afirmar que el retorno al país del mandatario «derrumbó todos los mitos que lo mataron en enero», Chacón cree que «merece ser visto como siempre» y los venezolanos están dispuestos a darle tiempo.
Al grito de «¡Hasta la vida siempre!», un enérgico Chávez se despidió el pasado 10 de diciembre de ministros y dirigentes chavistas al subir al avión que le llevaría a La Habana para operarse por cuarta vez del cáncer que padece.
Poco se imaginaban entonces los venezolanos que las breves imágenes de una reunión con algunos de sus colaboradores poco antes de partir serían las últimas que, hasta el día de hoy, verían de su presidente.
Sólo unas fotos de un Chávez sonriente y recostado en cama junto a sus hijas que el Gobierno difundió el pasado día 15 asegurando que fueron tomadas un día antes rompieron el vacío gráfico.
Entre los constantes rumores en las redes sociales, el Ejecutivo no ha difundido en dos meses y medio ningún vídeo del hombre que era capaz de dar un discurso de hasta nueve horas seguidas y que ahora tiene dificultades para hablar debido a la cánula traqueal por la que respira.
No ha habido tampoco ningún parte médico sobre la salud del presidente desde que en junio de 2011 le detectaron un cáncer en la zona pélvica del que no se conoce tipología o alcance, y el último informe del Gobierno, del 21 de febrero pasado, se limitó a indicar que Chávez sigue con la insuficiencia respiratoria y no evoluciona favorablemente tras su «complejo» postoperatorio.
«Ha habido una gran opacidad informativa. Aquí realmente nadie sabe qué es lo que está pasando con la salud del presidente y yo te diría que ni siquiera los más cercanos del tren Ejecutivo lo saben, son muy poquitas personas», consideró Marcelino Bisbal, experto en comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello.
Desde que el presidente ingresó en el Hospital Militar de Caracas la madrugada del lunes 18, sólo algunos miembros del alto Gobierno como el vicepresidente, Nicolás Maduro; el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, o el ministro de la Defensa, Diego Molero, se han dejado fotografiar a la entrada del centro médico.
Ni el tesón del presidente de Bolivia, Evo Morales, por ver a su admirado colega primero en La Habana y luego en Caracas, el pasado día 19, pudo con el hermetismo de Caracas.
Lo mismo les pasó en Cuba semanas antes al presidente de Ecuador, Rafael Correa; la argentina, Cristina Fernández: al mandatario peruano, Ollanta Humala, o al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quienes tuvieron que conformarse con reuniones con los familiares, el Gobierno y los hermanos Fidel y Raúl Castro.
«Aquí se está manejando el libreto cubano, tratando de evitar que cualquier información se pueda traspasar», declaró Bisbal, al resaltar las suspicacias que ha levantado la reciente desaparición mediática de la familia y, en especial, de las hijas del presidente.
Ante la ausencia de Chávez, que sigue pendiente aún de jurar el cargo para el que fue elegido el pasado 7 de octubre, el vicepresidente Maduro es quien lleva la batuta del Gobierno acompañado de otros miembros del Ejecutivo.
«Un reto para esta nueva generación es entender precisamente el peso histórico del presidente Chávez y que cualquier fase posterior hipotética al presidente pasa por un liderazgo colectivo», dijo Chacón, también director de la encuestadora GIS XXI. EFE