20 feb (EFE).- El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, hizo hoy una firme defensa de su primer año de gestión en el que aseguró que se ha evitado «el naufragio» del país, aunque reconoció la «realidad terriblemente dura» de la altísima tasa de desempleo.
En su primer debate del estado de la nación en el Congreso de los Diputados como jefe del Ejecutivo, el líder del conservador Partido Popular (PP) justificó las medidas de austeridad destinadas a la reducción del déficit público acometidas desde su llegada al poder, y aseguró que sin ellas no se podría nunca crear empleo.
El debate parlamentario -en el que el líder de la oposición socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, rebatió las medidas de Rajoy y le acusó de haber llevado a España a una situación desastrosa- se desarrolló con el telón de fondo no sólo de la grave crisis económica, sino de los últimos casos de corrupción política, especialmente el escándalo que afecta al partido en el poder.
Rajoy comenzó constatando la altísima cifra de desempleo en España, cerca de 6 millones de personas, lo que equivale a más del 26 % de la población activa, de los cuáles 1,2 millones son inmigrantes.
Y aseguró, por ello, que la reducción del desempleo y la creación de puestos de trabajo es la prioridad de su mandato.
Pero subrayó que desde su llegada al poder tras las elecciones de noviembre de 2011 -y debido a la herencia dejada por el anterior Gobierno socialista- no tuvo más remedio que dedicar todas sus energías a la reducción del déficit público.
Anunció que gracias a las medidas y reformas acometidas por su Gobierno, España tuvo en 2012 un déficit público por debajo del 7 % del PIB, frente al 6,3 % comprometido con la Comisión Europea.
El jefe del Ejecutivo detalló que la reducción del déficit público estuvo por encima de los 16.500 millones a los que se comprometió en el debate de investidura en diciembre de 2011, y superó los 21.000 millones de euros (2,1 puntos de PIB aproximadamente).
No obstante, reconoció que lograr esta reducción le obligó a incumplir promesas electorales en otros ámbitos, con medidas como subidas de impuestos -incluido el IVA- de fuerte impacto en la ciudadanía.
Rajoy también destacó la ayuda europea de 40.000 millones para la banca española porque gracias a ella -explicó- se han sentado las bases de un sistema financiero viable, solvente y transparente.
Precisamente esa ayuda fue criticada por el jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien aseguró que «España está intervenida» y que dicho rescate tuvo que ser solicitado especialmente debido a la gestión de Bankia, el cuarto grupo bancario español que fue nacionalizado en 2012.
En un discurso muy duro con Rajoy y su Ejecutivo, Rubalcaba señaló que el estado de España «es crítico» y acusó al presidente del Gobierno de llevar a cabo una gestión «sencillamente desastrosa».
El líder socialista atribuyó al jefe del Gobierno haber provocado «recesión, desempleo y desigualdad» con sus medidas en sólo 14 meses de mandato, de haber aumentado en casi un millón el número de desempleados y del cierre de miles de empresas.
Rajoy anunció una «segunda generación» de reformas para estimular la economía, apoyar a pymes y autónomos y luchar contra el desempleo juvenil (superior al 50%) , después de haber conseguido -dijo- «evitar el naufragio» que amenazaba el país.
Rajoy también advirtió al líder de la oposición -quien le afeó no haber abordado el drama de los desahucios- de que su propuesta de generalizar la dación en pago (entrega de la vivienda a cambio del perdón de la deuda) podría dañar en el futuro el acceso de las familias a las hipotecas.
Al final de su intervención, el jefe del Ejecutivo se refirió a la grave crisis de credibilidad creada por los últimos escándalos de corrupción y pidió «un amplio acuerdo» entre los partidos políticos para luchar contra este fenómeno, con una ley para un mayor control de las finanzas de estas formaciones.
Rajoy reconoció que la corrupción política es un problema que alarma a los ciudadanos y que afecta a la imagen de España, aunque no mencionó por su nombre al protagonista del escándalo que afecta al PP, el extesorero Luis Bárcenas, quien supuestamente pagó durante años sobresueldos en dinero negro a la cúpula del partido.
Tras defender la honorabilidad de la inmensa mayoría de los políticos, calificó de «insidia» difundir que haya un estado generalizado de corrupción.
Frente a esa posición, su oponente socialista reiteró su petición a Rajoy para que dimita por no haber dado explicaciones satisfactorias sobre ese caso destapado por la prensa y relacionado con la trama de corrupción conocida como «Gürtel», en la que Bárcenas está imputado desde 2009. EFE