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03-popu-mediana-abajo-izqui5 feb (EFE).- El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, inició hoy en El Cairo una visita histórica orientada a tender puentes y dejar atrás más de tres décadas de enfriamiento con Egipto, lo que no evitó que recibiera las críticas del clero suní.

Con motivo de la XII cumbre de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), que comienza mañana, Ahmadineyad aterrizó en el aeropuerto cairota en el primer viaje a Egipto de un jefe de Estado iraní desde 1979, cuando ambos países rompieron relaciones tras el triunfo de la revolución que depuso al sha Mohamed Reza Pahlevi.

Sin embargo, el contexto ha cambiado 34 años después de esa fecha y el presidente iraní parece dispuesto a iniciar una nueva era con Egipto, que también ha experimentado un proceso revolucionario y ha vivido la llegada de los islamistas al poder tras la caída de Hosni Mubarak.

Por eso, la reunión de Ahmadineyad con el presidente egipcio, Mohamed Mursi, era la más esperada para la diplomacia iraní, acorralada internacionalmente por su polémico programa nuclear y su enemistad con Israel.

Tras aterrizar en El Cairo, el mandatario iraní se reunió en el mismo aeropuerto con Mursi, con quien conversó sobre la situación regional y el conflicto en Siria, pero en especial sobre las formas de reforzar los lazos bilaterales.

«Si los dos pueblos están unidos en esta etapa de desarrollo ocuparán un lugar importante en el mundo, y la región y el mundo se beneficiarán», aseguró Ahmadineyad horas más tarde, tras reunirse con el jeque de Al Azhar, la más prestigiosa institución del islam suní, Ahmed al Tayeb.

El mandatario de Irán, la mayor potencia chií, mostró su esperanza de que su viaje a El Cairo sea «el comienzo de un intercambio de visitas mutuas», al tiempo que aseveró que «Egipto y su pueblo están en el corazón del pueblo iraní».

La visita llega en un momento complicado para Ahmadineyad dentro de Irán, pues coincide con la detención hoy del ex fiscal general de Teherán Said Mortazavi, uno de sus hombres más cercanos, acusado de torturar hasta la muerte a opositores.

El presidente iraní devuelve de esta forma la visita a Mursi, que en agosto pasado viajó a Teherán con motivo de una cumbre del Movimiento de Países No Alineados que aprovechó para criticar abiertamente la «opresión» del régimen sirio, aliado de Irán.

Sin embargo, no todo fueron parabienes y buenas noticias para el iraní a su llegada al país árabe.

En una rueda de prensa conjunta con Ahmadineyad, uno de los asesores del gran imán de Al Azhar, Hasan al Shafai, protestó contra «algunos chiíes que ofenden al profeta Mahoma y a su familia».

En ese momento, el presidente iraní, que había mostrado hasta entonces una amplia sonrisa en la sede de esa institución, interrumpió molesto al asesor porque sus declaraciones no eran las que habían pactado previamente.

Una multitud de medios nacionales e internacionales presenciaron esos segundos de tensión que Al Shafai intentó aliviar al declarar que el clero suní «no se cierra a otros dogmas», está a favor de la «tolerancia ideológica» y rechaza cualquier acción contra Irán.

Si bien Ahmadineyad destacó las «fructíferas» conversaciones con las autoridades suníes y las coincidencias en sus puntos de vista, el jeque de Al Azhar quiso distanciarse del representante iraní y le instó a no interferir en los asuntos internos de las monarquías suníes del Golfo Pérsico, principalmente en Baréin.

En ese país, manifestantes liberales y chiíes, supuestamente apoyados por Teherán, reclaman desde hace dos años reformas políticas al monarca Hamad bin Isa al Jalifa, que pertenece a la minoría suní y que hasta el momento ha reprimido las protestas.

En un comunicado, Al Tayeb también pidió a Ahmadineyad que se respeten los derechos de los iraníes árabes suníes y advirtió contra los intentos de propagar el chiísmo.

El imán de Al Azhar insistió en la necesidad de que los centros teológicos chiíes iraníes emitan «fatuas» (edictos religiosos) que prohíban ofender a la esposa del profeta Mahoma, Aisha, y a los primeros califas del islam.

Esas advertencias no impidieron, sin embargo, que el presidente iraní se despidiera de Al Azhar mostrando al público sus brazos abiertos y se dirigiera a orar a la emblemática mezquita de Al Huseini, un día antes de participar en la cumbre de jefes de Estado de la OCI.

La situación en Siria y los asentamientos israelíes en Palestina centrarán gran parte de las reuniones de los dirigentes de los países musulmanes, además de la creciente brecha entre chiíes y suníes, según la agenda facilitada por fuentes de la OCI. EFE

Por sfeijoo