En la capital ecuatoriana, la compañía, dirigida por el coreógrafo argentino Luis Bravo, efectuará dos presentaciones el próximo sábado en las que intervendrán diez músicos, con tres bandoneones y un cantante, además de cinco parejas de baile.
Cada presentación incluirá dos actos, con un total de 24 rutinas entre solos, números grupales y de canto, que abarcarán dos horas y diez minutos «a puro tango», según comentó Bravo a Efe.
El prestigioso coreógrafo afirmó que su espectáculo será único, pues considera que «todos los días se crea un tango», más aún con una danza que para él representa lo más sublime de «la relación humana entre un hombre y una mujer».
«Esta danza en sí tiene una particularidad que no la tienen otras danzas, pues tiene que ver con el abrazo, con la forma de fundirse que tienen los bailarines», añadió Bravo, para quien el tango tiene un fundamento de arte pero también de filosofía.
«Yo digo que el tango se baila solo, es una danza tan intensa que se baila solo, es una invitación a que uno se funda en el mundo del otro y que ese otro se funda en el mundo de uno», y se vuelve, entonces, «muy introspectiva, muy interna y extremadamente conflictiva», añadió.
Para él, el arte «es una terapia de las más hermosas del alma» que «convive al lado de Dios» y que refleja «la capacidad de amar y de dejarse amar», por lo que el tango «no es una danza para divertirse» sino «para meditar» sobre lo más profundo del ser.
Por eso asegura que el desarrollo y proliferación de coreografías modernas no ensombrecen al tango, más bien, «lo realzan desde lo vulgar en lo que se convierte» el baile de consumo actual.
«La gente en todo el mundo está muy maltratada, muy golpeada, vivimos un mundo enloquecedoramente violento, totalmente superficial, sin compromiso, sin solidaridad con el otro», opina.
Según Bravo, «este mundo moderno es un mundo de enajenamiento en el individualismo atroz, que lleva a la civilización a una carrera por el éxito y por el consumo de una manera en que se descuidan hasta los principios esenciales de la existencia y de la espiritualidad».
«Por eso, esta danza en la que el uno está tan comprometido con el otro» es una demostración de solidaridad y, «por eso, es imposible bailar un tango realmente si no se sabe abrazar en la vida», sostuvo.
«Encontrar este arte es un lujo» e incluso «un rasgo de aristocracia y alcurnia muy rancia» que llega a toda la gente, agregó Bravo al recordar que su espectáculo ha arrancado aplausos y hasta lágrimas de emoción por todo el mundo.
En Quito, arrancará una gira latinoamericana de «Forever Tango», que luego irá al teatro Colón de Buenos Aires, para proseguir con sus presentaciones en toda la región. EFE