Cuando compras una entrada para Secret Cinema lo haces a ciegas, en una página de internet que parece un anuncio de películas de terror. Y lo más difícil es que uno adquiere su costoso boleto de unos US$56 sin saber dónde y qué está pagando por ver.
Pero el secreto aviva la curiosidad y la expectación a medida que se acerca la fecha, sobre todo cuando se reciben las instrucciones para asistir al evento, que en mi caso fueron vestir al estilo años 30 y cambiar mi nombre femenino por el de John Pendleton.
Abrigada por la oscuridad de una invernal noche londinense, asistí puntual a la cita en la vieja biblioteca de Bethnal Green, un barrio al este de la ciudad, donde automáticamente me convertí en un delincuente al que juzgaron, maltrataron policías y recluyeron en una celda para leer la Biblia con un preso pervertido.
Mi película personal transitó por la enfermería, la cantina, la lavandería, la capilla de la cárcel y el patio donde los otros reos lanzaban improperios y obscenidades.
Y los que compartieron conmigo la experiencia (algunos con ciertas dosis de alcohol contrabandeado por sexies enfermeras) dijeron empezar a confundir ficción con realidad.
Eso sí, al final de esta vivencia de casi tres horas aparecieron las palomitas de maíz, nos sentamos frente a la gran pantalla, y aquellos que todavía no lo habían adivinado supieron finalmente cuál era la película secreta.
En esta ocasión fue The Shawshank Redemption (Sueños de fuga), protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman.
Un salto fuera de la pantalla
En tiempos en los que para muchos la vida transcurre en un rectángulo, ya sea mirando la pantalla de una computadora, una tableta, un celular o un televisor, algunos creyeron necesario dar con fórmulas de entretenimiento que nos pusieran en contacto con la realidad.
Y cuando decimos realidad, nos referimos a vivencias que podamos ver, oler y tocar y que se puedan experimentar en primera persona, y lo más importante, con otras personas.
Con ese objetivo, en 2007 nació en Londres Secret Cinema, una mezcla de ficción y realidad en la que el espectador vive su propia película y que en 2013 verá la luz en ciudades como Nueva York.
Secret Cinema es difícil de definir: es una mezcla entre realidad y ficción, entre cine y teatro, un escenario masivo donde actores y audiencia interactúan siguiendo un mismo guión, pero recreando su propia historia.
Sus responsables invierten ingentes cantidades de dinero en habilitar espacios reales como si fueran el escenario de una producción cinematográfica y entrenan a los actores para que interpreten su papel desde el primer al último segundo en que interactúan con los espectadores, que a su vez terminan convirtiéndose en un actor más.
El tema de la Secret Cinema cambia cada tres meses, tiempo que lleva a un equipo de unas 120 personas preparar una nueva producción de funciones casi diarias, cada una con decenas de asistentes.
Directores de cine como Ridley Scott han apoyado algunas producciones como la que se hizo sobre la película «Prometeus», que contó con algunos de los decorados originales del filme.
De este modo, los espectáculos de Secret Cinema han pasado de contar con 400 espectadores en 2007 a más de 120.000 en 2012.
Experimentar el cine
«En la era de la hiperinformación del los medios de comunicación sociales», le explicó a BBC Mundo Fabien Riggall, director creativo y fundador de Secret Cinema, las audiencias «sólo quieren una aventura y quizás conocer a más gente».
«Secret Cinema junta a enormes cantidades de personas. Queremos que la gente tenga una experiencia que siempre recuerden».
Con la idea de juntar a personas reales para experimentar la cultura, surgió en 2005 Future Cinema, la semilla que luego engendraría Secret Cinema.
Otras iniciativas surgidas con el mismo espíritu son Future Shorts, una plataforma que desde 2003 invita a directores noveles a mostrar sus películas en un festival mensual al que asiste una comunidad convocada a través de internet.
Recientemente se inauguró también Secret Restaurant con el fin de degustar un menú secreto encarnando a un personaje concreto.
«Me di cuenta por mi propia experiencia que quería ser sorprendido, tener una experiencia más loca con la cultura», contó Riggall al recordar cómo surgió la idea de crear experiencias inmersivas.
«Es conectar al artista y crear algo completamente único. Es la idea de experimentar el cine. Experiencias reales, verdaderas y que te conecten con las personas».
La organización espera lanzar el primer Secret Cinema en Nueva York en abril.
FUENTE: BBC NOTICIAS