Para las personas que tenemos un techo donde refugiarnos se nos hace díficil entender el dolor de los mendigos. Durante el pasado mes de diciembre nos enfocamos en comprar lujos y presentes para nuestros seres amados y dejamos de observar una realidad por demás inminente.
Los niños de las calles son seres que aprendieron a sobrevivir utilizando las cosas que para nosotros son basura. Por lo que en esta ocasión hago un llamado de atención a ustedes lectores de este medio para comprender la realidad de estas personas. Un pan y una cobija en buen estado pueden ser valiosos para personas que no han sido favorecidas por la suerte. Déjemos de lado nuestras comodidades e invitemos a tomar un café o simplemente demos una caricia a estas personas que tanto lo necesitan.