Bolivia amaneció ayer paralizada por el primer censo general de población que se lleva a cabo en el país desde hace 11 años, con toda clase de restricciones a la movilidad de las que solo se salvan los vuelos internacionales.
Calles desiertas, bancos y comercios con las persianas bajadas y fronteras cerradas, excepto para los vuelos internacionales, dibujaron ayer la estampa de un país que según su presidente, Evo Morales, quiere saber “cuántos somos, cómo estamos y qué hay que hacer”.
Durante la realización del censo rigieron varios decretos de prohibición.
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