La elevada afluencia de votantes y la lentitud en los centros de votación han caracterizado la primera mitad de los comicios presidenciales que se celebran hoy en Venezuela.
Las elecciones más reñidas desde que Hugo Chávez llegó al poder, como consecuencia del desgaste que representan casi 14 años de Gobierno sumado a una oposición más unida y consolidada en torno a Henrique Capriles, auguran un resultado más cerrado que en ocasiones anteriores. Todo ello ha despertado un gran interés entre la población.
Muchos entusiastas se despertaron en horas de la madrugada para llegar a los centros de votación incluso antes de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) decretara oficialmente el inicio de la jornada de sufragio. La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, destacó que ya pasadas las 10:00 de la mañana local más del 99 % de los centros electorales estaban abiertos.
Sin embargo, eso no pudo evitar que se formaran largas filas en los distintos centros electorales de la geografía venezolana. El problema mayor que ha presentado el proceso son los retrasos y la lentitud con que se han movido los electores, con lapsos de espera que en muchos casos han superado las tres horas. La otra razón que explica la lentitud es un problema muy conocido en los procesos electorales venezolanos: la llegada con retraso de algunos miembros de mesa. Y es que el entusiasmo de la población por votar terminó generando largas filas y electores impacientes en los centros de votación.
El jefe del comando de campaña de Chávez, Jorge Rodríguez, resaltó la elevada participación en las elecciones e instó a la población a asistir masivamente, destacando que el mecanismo de votación «es muy sencillo».
«El proceso de votación propiamente dicho es muy sencillo, aún cuando el CNE estableció un minuto y medio para el evento de votación, es mucho menos de un minuto el tiempo que usted tarda en la herradura y en el proceso de emitir su voto», declaró Rodríguez en rueda de prensa.
En la acera contraria, el coordinador de Comando de Capriles, Ramón Muchacho, calificó la votación en general como «un proceso muy fácil», que no obstante presentó algunos «cuellos de botella».