Para nadie ha sido un secreto que las fuerzas policiales no han sido bien vistas por la ciudadanía, quizá por la ineficiencia con que se manejaba la seguridad en el país.
El panorama para esta institución se volvió más difícil aún, después de las revueltas del 30 de septiembre de 2010.
La credibilidad de los uniformados se fue más al piso, ya que dejaron a varias ciudades sin el resguardo, que medio ayudaba. Un ente que se supone debe velar por la integridad de los ciudadanos enfréntandose de frente con el pueblo, que tampoco entendía lo que pasaba. Sea cual fuere el motivo de los hechos ocurridos, no existe justificación para los enfrentamientos. La pelotita se lanza de lado y lado, las culpabilidades aun deambulan por las calles. Mientras la gente sigue sin creer en el sistema policial.
