Un bebé español considerado la reencarnación de un venerado lama budista, pasó toda su infancia en un monasterio de India. Pero al cumplir 18 años retornó a su país natal junto a su familia. Aunque aún es un aclamado maestro, se siente más cómodo caminando por las playas de Ibiza.
Cuando tenía dos años, Osel Hita Torres fue declarado la reencarnación de un lama budista tibetano.
Vestía una bata y un sombrero amarillo y los adultos se arrodillaban delante de él para pedir su bendición. No se le permitía a nadie mostrarle afecto a menos que él lo mostrara primero.
“Debió haber sido tentador tomar ventaja de eso y actuar mal de vez en cuando” le dije.
“Sí”, respondió. “Yo era un tirano, un mocoso odioso y malcriado. Digamos que era muy mandón”.
Incluso para los estándares de los budistas tibetanos, tener dos años de edad para el momento en el que fue designado era bastante prematuro, además Osel no era ni siquiera tibetano, es español.
Ibiza
Estamos hablando en Ibiza, en el patio de la villa de su madre. A sus 27 años Osel ya no es un lama.
Cambió la rigorosa vida monástica por tocar la batería en la playa y relajarse escuchando música trance. No está seguro de seguir siendo budista.
Por las malas experiencias con los medios de comunicación, casi no concede entrevistas. Sin embargo conmigo ha estado tranquilo y encantador, sobre todo muy filosófico cuando se refiere a su extraordinaria vida.
Nació en Granada y es el quinto hijo de María Torres. Su madre se convirtió al budismo y era una seguidora de Thubten Yeshe, un carismático y extrovertido lama tibetano que viajó mucho por Occidente en los años setenta.
Yeshe no era un lama ordinario, visitó Disneylandia y estaba medio enamorado de la cultura occidental.
Sus jóvenes discípulos occidentales se veían atraídos por su exotismo oriental. Algunos creían que podía leer las mentes.
El lama Yeshe sufría de problemas del corazón y por eso murió en 1984 en un hospital de Los Ángeles, a la edad de 49 años.
Sus seguidores estaban perturbados. Unos pocos meses después, María quedó embarazada de Osel.
En el budismo tibetano, los lamas que han alcanzado un alto nivel de inteligencia pueden escoger lo que sucede después de su muerte, una de las opciones es la reencarnación, y de ser así, pueden elegir dónde.
Poder de meditación
La convicción creció entre los seguidores del lama Yeshe y sus excolegas afirmaban que había escogido a Osel.
Detectaron en Osel un cierto poder de meditación. La forma en la que actuaba les recordaba a Yeshe. Además afirmaban que un bebé muy parecido a Osel apareció en varios sueños de los lamas.
Osel fue llevado a India para su iniciación, allí eligió algunas de las antiguas posesiones del lama Yeshe, incluidos sus lentes de sol. El Dalai Lama confirmó que Osel era la reencarnación de Yeshe.
El niño se fue a vivir a un monasterio en el sur de India donde tenía poco contacto con sus padres. Era una manera extraña de tratar a un bebé, pero él no siente ningún resentimiento.
“Para ellos no significaba algo negativo, era una oportunidad muy grande. Estaban entregando al niño como si estuviera entrando a Oxford o Yale”.
Conocí a María Torres en un templo budista en Ibiza. Le dije que su nombre es apropiado para ser la madre de un Dios. Ella no rechazó la idea. “Al principio sí, era algo así”.
El hecho de que el lama Yeshe haya vuelto a través de su hijo parecían buenas noticias.
Viajar por el mundo
“Era un motivo de celebración. El hecho de que me haya elegido como su madre me hizo sentir muy especial. Solo por esto pensé que no iba a sufrir más durante mi vida. Quise compartir a mi hijo con el resto del mundo, porque no es mi hijo”.
¿Pero no lo extrañaba? Ella dice que no se sentía dependiente.
“Quizás porque no necesito tener a mis hijos a mi lado todo el tiempo, es algo con lo que puedo lidiar fácilmente”
Sin embargo, tener un lama en la familia fue complicado para los otros cinco hijos de María, ya que tenían que viajar por el mundo para poder estar cerca de Osel mientras era pequeño.
Los discípulos occidentales de Osel no lo veían como un niño pequeño. Detectaron en él sabiduría, compasión y desprendimiento de las necesidades emocionales, lo que le permitió desarrollar un camino espiritual, por lo que eso hizo que no extrañara a sus padres.
«¿Al ser tratado en una manera bastante respetuosa, cuántas veces pensaste secretamente ‘esto es una locura’?», le pregunté a Osel.
“Para mí era completamente normal, pero en un cierto punto de mi vida, alrededor de los 15-16, no me sentía cómodo”, dijo.
Cuando Osel tenía nueve años, le envió un video-cassette a su madre donde suplicaba que se le permitiera volver a España.
Sin embargo, su padre Paco se fue a vivir con él al monasterio, y su hermano menor Kunkyen lo acompañó y se convirtió en monje.
“Cuando tenía 15-16 años me estaba muriendo por salir”.
El vuelco sucedió cuando leyó la novela de Herman Hesse “Siddhartha” y comenzó a preguntarse si era verdaderamente un budista.
Momento clave
Cuando cumplió 18 años tuvo una conversación trascendental con su madre. María me la describió de la siguiente manera:
«Me dijo, ‘¿si decido no volver al monasterio, puede alguien forzarme a volver?’. ‘No’, le dije. A lo que él respondió ‘Bueno, no pienso volver’”. De todos modos el monasterio quería que Osel retornara.
Osel asegura que recibió una inmensa cantidad de cartas, llamadas y visitas de personas, que solo decían que había cometido un gran error y que estaba perdiendo una gran oportunidad. «Que era mi destino, mi propósito, blah blah blah».
María fue presionada pero siempre apoyó la decisión de su hijo y todavía lo hace.
La vida fuera del monasterio fue difícil para Osel. Las discotecas y las mujeres eran algo nuevo y desconcertante. Uno de sus padrinos budistas que vivía en Canadá consiguió inscribirlo en la escuela. Después se trasladó a Madrid donde obtuvo la licenciatura en cinematografía. Afirma que le gustaría ser un documentalista.
Algunas veces Osel parece ser una refutación de la expresión jesuita: “Dame un niño hasta que tenga 7 años y te devolveré un hombre”. Los tibetanos lo tuvieron desde los dos años hasta los 18, pero las influencias de Occidente fueron más fuertes.
Le pregunté que tipo de música le gusta, y el respondió “Reggae, me gusta el drum-and-bass, el trance, trance psicodélico, cosas así. También Hip-hop”.
En la organización del Lama Yeshe, la Fundación para la Preservación de la Tradición Mahayana (FPMT), lo seguen viendo como un maestro.
Trata de transmitirles la sabiduría que puede reunir, no obstante, su consejo suele ser ligero en teología budista.
Futuro incierto
Su futuro es incierto, atrapado entre culturas y tradiciones. Vive en Ibiza pero el español es su tercer idioma, después del tibetano y el inglés. Da clases de tibetano, pero hasta ahora no posee un trabajo de tiempo completo. Sin embargo, ha estado trabajando en la realización de un documental para la FPMT.
Osel y Kunkyen aparecen en una grabación que combina canto tibetano con música trance. Parece que Osel se está reencontrando con sus orígenes, e incluso habla de regresar como cabeza de la organización FPMT.
“Quizás cuando el director espiritual decida retirarse, podré tomar parte”.
¿Cómo director espiritual? “Probablemente sería como coordinador. No espiritual, no lo sé, quizás algún día. Lentamente comienzo a sentir interés por el budismo”.
Por los momentos, María sigue siendo una budista convencida.
“¿Sigues pensando que Osel es un lama reencarnado? Le pregunté. Y ella respondió “Sí, no es un lama tradicional. Es lo que no quiere ser”.
Ella no se arrepiente. “Nunca me pregunto estas cosas, ya que no es posible volver atrás. Siempre pienso que todo tiene un sentido. Lo que está sucediendo ahora es lo mejor que puede pasar, porque es lo que está pasando”.
Los budistas realmente no se arrepienten.
Osel cree en la reencarnación, y que el lama Yeshe pudo haber escogido el cuerpo donde quería volver. Simplemente no está seguro de que sea él.
Le pregunté a Osel si algunas veces sentía que había un poco del lama Yeshe dentro de él. “Sí, algunas veces le digo al lama que me dé un mensaje o una señal o algo. Y muchas veces lo hace».
“No sé si él está dentro o fuera de mí. No lo sé, pero es uno de mis mejores amigos”.