Cuando estornudamos contraemos todos los músculos a la vez. Esta contracción genera una acumulación de tensión que se volvería muy incómoda si no se liberara en una fracción de segundo.
El contraste entre la tensión acumulada y su liberación es lo que nos da esa sensación de bienestar.
Un ataque de tos puede ser similar, pero no acumulamos la tensión de la misma manera sino que ocurre de forma más prolongada.
Un estornudo resuelve la picazón que lo provocó mientras que la tos suele empeorar las cosas.