China anunció el martes la entrada en servicio de su primer portaaviones, extendiendo su poderío naval en un momento de crecientes tensiones por reclamos territoriales en la región Asia-Pacífico.
«Esta mañana, el primer portaaviones chino, el ‘Liaoning’, fue oficialmente admitido en el servicio activo», indicó un comunicado del ministerio chino de Defensa tras la ceremonia en la que participaron el presidente Hu Jintao y el primer ministro Wen Jiabao.
El navío, de 300 metros de eslora, fue construido a partir de un casco fabricado en la ex URSS y comprado a Ucrania. Anclará en el puerto de Dalian, de la provincia de Lianing (noreste), de la que tomó su nombre.
El buque «aumentará la capacidad (de China) de defenderse y su capacidad de cooperación en alta mar ante las amenazas no tradicionales para la seguridad y será eficaz en la defensa de los intereses de la soberanía, la seguridad y el desarrollo del Estado», señaló el comunicado ministerial.
China, cuya proyección económica y geopolítica cobró dimensiones mundiales en las últimas décadas, se convierte así en el último de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en dotarse de un portaaviones.
Los ensayos de navegación realizados en 2011 habían generado preocupación en los países vecinos o presentes en la zona, como Estados Unidos, que urgió a Beijing a explicar sus finalidades.
Estados Unidos sostuvo, tras el primer ensayo llevado a cabo en agosto de 2011, que el portaaviones tendría una capacidad «limitada» de acción, aunque el Pentágono lo consideró como el primer paso hacia la constitución de una flota que China se propondría construir en sus propios astilleros en los próximos años.
El jefe de inteligencia de Taiwán (China nacionalista) afirmó a inicios de año que el régimen comunista de Beijing se proponía construir dos portaaviones, aunque hasta ahora no hay indicios de trabajos de ese tipo.
El recelo de los países vecinos se vio acrecentado por la agudización de los diferendos marítimos que mantienen con China.
En los últimas semanas hubo un aumento de tensiones por la soberanía de unos islotes -que Japón denomina Senkaku y China Diaoyu- cuyos fondos marinos podrían ser ricos en petróleo y gas.
Esas tensiones, heredadas de la guerra sino-japonesa (1937-1945), llevaron el domingo a Beijing a aplazar las ceremonias del 40º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con Tokio.
También hubo un incremento de las fricciones de China con Vietnam y Filipinas por el control de otros archipiélagos en el mar de China Meridional.
El secretario estadounidense de Defensa, Leon Panetta, advirtió la semana pasada en Tokio sobre el riesgo de que cualquier gesto intempestivo desencadene una guerra regional.
«Me preocupa cuando veo a estos países lanzarse provocaciones diversas sobre varias islas, pues esto aumenta la posibilidad de un malentendido por una parte u otra, que podría desencadenar la violencia y provocar un conflicto», declaró.
FUENTE: INFORMADOR.COM.MX