Vie. Nov 22nd, 2024

Pocos creerían que con US$200, sin transporte y con escaso equipamiento se puede montar una expedición arqueológica. Sin embargo, el cubano Daniel Torres lleva 20 años haciéndolo y sus resultados son tales que la National Geographic lo acaba de premiar.

«Tenemos muchas limitaciones en cuanto a recursos, para mí que tengo proyectos en la Punta de Maisí en el extremo oriental de la isla el tema del transporte es una desgracia, es terrible, ni yo ni la institución poseemos vehículos», nos cuenta.

«Asegura que la arqueología en Cuba es muy complicada, por el gasto de recursos que conlleva y porque no hay muchas instituciones con ese encargo social. A pesar de que Cuba tiene arqueólogos desde el siglo XIX, hoy ni siquiera hay una carrera en la universidad».

Uno de sus trabajos más destacados es la investigación de una aldea de pobladores autóctonos de Cuba con magnificas plazas ceremoniales que demuestra que esas comunidades tenían un desarrollo social mayor del que se pensaba hasta ahora.

Pero la excavación esta en el extremo oriental de la isla por lo deben trasladarse unos 1.200 kilómetros con enseres y equipos. Al final todo se resuelve, algunas instituciones prestan sus vehículos y los expedicionarios pagan el combustible. La aventura comienza desde que abordan los viejísimos buses rusos.

«Muchas cosas provienen del bolsillo propio, no hay otra manera de hacerlo», explica. Y agrega: «Tras 18 años de visitar la zona, la comunidad es como mi familia, tanto que de la alimentación no tenemos que preocuparnos».

Premios y embargo

Ahora Daniel acaba de recibir el premio «Emerging Explorer» de la National Geographic Society. Vio los cielos abiertos, esta distinción le daría mucha visibilidad a su trabajo y US$10.000, suficiente para hacer decenas de expediciones.

Pero la alegría le duró poco, al llegar al aeropuerto de Miami lo retuvieron por cuatro horas sin la más mínima explicación y después no se permitió que National Geographic le entregara el dinero porque el embargo económico de Estados Unidos lo prohíbe.

El problema es aún mayor: «Las relaciones con National Geographic son complicadas porque deben regirse por esas regulaciones, no tenemos acceso al dinero en efectivo y no todos los equipos que necesitamos han recibido autorización para ser enviados a Cuba».

A pesar de todo Daniel tiene un proyecto conjunto con National Geographic, que le envía equipamiento para buscar un barco hundido en una playa de La Habana. La nave fue descubierta en los años 50, se sacaron muestras y se olvidó por décadas.

«En el 2002 se encontraron esas muestras y se enviaron a fechar en Noruega. A los seis meses llegó la noticia de que era del año 790 de nuestra era y tenía trozos de hierro un metal que en América no se conocía en esa época», nos explica Daniel.

Tras una década de investigaciones ya tienen ubicado el área de playa donde debería estar la nave pero ahora hay que esperar el invierno para que la playa esté vacía y negociar con Medio Ambiente para perforar las dunas de arena.

Cometa fotográfica

Un trabajo menos espectacular pero no menos importante es el descubrimiento, en el extremo oriental de Cuba, de grandes poblaciones precolombinas que demuestran un desarrollo social mucho mayor del que se creía.

Daniel cuenta: «En estas expediciones por lo general voy con siete u ocho compañeros, fotógrafos, realizadores de video, arqueólogos y topógrafos. Es variable y depende de los objetivos de la expedición».

Todo se lo hacen ellos para abaratar costos. «Yo mismo me hice topógrafo porque un levantamiento topográfico con instrumentos de precisión puede costar US$16.500, una cifra que no podemos pagar», dice Daniel.

Necesitaban fotos aéreas pero no podían contratar un avión, por lo tanto acudieron a internet y su propia imaginación, «diseñamos un dispositivo con una cámara que va atado a una cometa (papalote), lo hacemos volar y así tomamos nuestras fotos y videos».