5 ago (EFE).- La atleta colombiana Catherine Ibargüen, que hoy le entregó a su país la tercera medalla de plata, cuarta en total, de los Juegos Olímpicos de Londres, en el triple salto, había llegado sin presión a la cita olímpica, pero eso sí, muy confiada en su talento y en sus capacidades.
Desde el momento en que empezó su preparación para la justa olímpica sabía que era una de la favoritas para sumar una medalla. Sin embargo, tenía claro que debía concentrarse en su entrenamiento y no en lo que los colombianos pudieran esperar de ella, como lo había asegurado a Efe semanas antes de viajar a Londres.
«Mi secreto es ese, que hasta ahora no siento la presión por los que puedan esperar los colombianos de mí, les agradezco por confiar en mí, y por darme su apoyo, pero yo hasta ahora no siento ninguna presión», había comentado Ibargüen.
Pero hoy, la colombiana consiguió la tercera medalla de plata para su país en la final del triple salto tras registrar una distancia de 14,80 metros, sólo superados por los 14,98 de la kazaja Olga Rypakova, mientras que el bronce fue para la campeona del mundo y de Europa, la ucraniana Olha Saladuha, con 14.79 metros.
Entonces la reconocida sonrisa por la que se ha caracterizado Ibargüen, nacida en Apartadó, Antioquia, el 12 de febrero de 1984, apareció como siempre en su rostro, sabiendo que estaba haciendo historia en el deporte olímpico de su país.
Porque esta es la segunda medalla que consigue el atletismo colombiano en unas olimpiadas después del bronce de Ximena Restrepo en la final de los 400 metros en los Juegos de Barcelona 1992.
A ello se suma, que es la tercera presea plateada de Colombia después de la del ciclista Rigoberto Urán y la del levantador de pesas Óscar Figueroa. Sin dejar de mencionar la medalla de bronce de Yuri Alvear en judo.
El segundo lugar en Londres de Ibargüen es un triunfo más en una carrera que como muchos de los deportistas colombianos no comenzó fácil, sino con las penurias propias de la pobreza e incluso de los problemas familiares que la llevaron a ser criada por su abuela Ayola Rivas, luego de la separación de sus padres.
Aunque su propia abuela ha reconocido que con su nieta tuvieron que vivir momento difíciles por los problemas de violencia que han aquejado al Urabá antioqueño, Ibargüen ha manifestado que no se considera una desplazada, pues igual su infancia y primeros estudios los realizó en Antioquia.
Siempre tuvo inclinación por el atletismo y en su adolescencia practicó los 75 y los 150 metros planos en su natal Apartadó.
A los 14 años decidió trasladarse a Medellín donde fue entrenada por la cubana Regla Sandrino, quien le inculcó el gusto por el salto alto, largo y triple.
Y aunque había alcanzado algunos triunfos en el salto de altura, su actual entrenador el cubano Ubaldo Duany la convenció de perfeccionar el triple salto.
«No fue fácil dar ese salto pero finalmente decidí seguir el consejo de mi entrenador» reconoció hace algunas semanas la colombiana que desde el 2007 decidió radicarse en Puerto Rico, no solo para seguir con la práctica del atletismo, sino para adelantar sus estudios de enfermería en la Universidad Metropolitana.
Antes de Londres, el triple salto le había dado a Catherine la medalla de bronce en el mundial de Daegu 2011, en Corea del Sur, confirmando que el consejo de su entrenador fue el mejor, y que la historia del deporte olímpico la recordará como la deportista que sumó en el 2012 la mejor medalla olímpica para el atletismo colombiano, una presea de plata. EFE