3 ago (EFE).- El explorador Curiosity se aproxima hoy al fin de su travesía de más de 565 millones de kilómetros y a los «siete minutos de terror» de su complejo descenso sobre Marte, con el que iniciará un proyecto de dos años en busca de señales de vida.
La cápsula que transporta al vehículo explorador, lanzada el 26 de noviembre de 2011, debe llegar a las proximidades del planeta rojo a la hora 05:31 GMT del lunes, cuando Marte esté a unos 248 millones de kilómetros de la Tierra.
«La misión se desarrolla extraordinariamente bien», dijo en una conferencia de prensa este jueves Pete Theisinger, director en el Laboratorio de Propulsión en Pasadena (California), donde funciona el control de esta misión.
«Todo marcha según lo programado y estamos listos para el descenso en tres días», añadió. La misión tiene un costo de unos 2.500 millones de dólares y Curiosity es el robot explorador más complejo y avanzado construido hasta ahora.
En una metamorfosis desde que ingrese a más de 21.200 kilómetros por hora en la atmósfera marciana, la cápsula pasará en 420 segundos de cono envuelto en temperaturas de casi 900 grados Celsius, a grúa flotante sobre ocho cohetes, y a algo parecido a una araña mecánica cuando se pose suavemente en el cráter Gale.
Curiosity, cuya misión se ha programado para dos años, está diseñado y equipado para investigar si Marte es, o ha sido alguna vez, capaz de sustentar formas de vida.
España aporta a esta misión la estación medioambiental que medirá, entre otros, la temperatura del suelo, aire, presión, humedad y radiación ultravioleta, y una antena que facilitará el envío de datos y pondrá directamente en contacto el explorador con la Tierra.
«El descenso del Curiosity es la misión robótica más complicada jamás intentada por la NASA en la historia de exploración de Marte o en cualquier otra expedición con robots», indicó John Grunsfeld, del Directorio de Misión Científica de la agencia durante la rueda de prensa en Pasadena.
La atmósfera de Marte, compuesta mayormente de dióxido de carbono con trazas de nitrógeno y carbono, es cien veces menos densa que la de la Tierra, que es una mezcla de nitrógeno, oxígeno y otros gases.
La fricción atmosférica por sí misma no es suficiente para frenar el descenso, por lo cual a unos 11 kilómetros de la superficie marciana se desplegará el paracaídas supersónico de 16 metros de diámetro, el más grande que haya construido la NASA.
En ese momento el paracaídas, que pesa unos 45 kilogramos, estará soportando una fuerza de 29.500 kilogramos, y aminorará la velocidad de descenso a unos 320 kilómetros por hora.
Los otros vehículos exploradores enviados a Marte descendieron en la superficie del planeta rodeados de grandes globos que amortiguaron el impacto, pero el tamaño y peso del Curiosity requiere un método diferente de descenso.
Cuando la cápsula esté a unos 8 kilómetros del suelo se soltará el escudo térmico, como la tapa de una sartén invertida, dejando al descubierto la «panza» del vehículo, desde la cual las cámaras tomarán imágenes de alta resolución, y un radar ayudará en la navegación hasta el punto elegido para el descenso.
Los ocho cohetes en los ángulos del aparato seguirán frenando la aproximación y cuando esté a unos 20 metros del suelo, se abrirá la reja que sostiene al Curiosity y ése se descolgará mediante una grúa.
Doce segundos antes del contacto, Curiosity desplegará sus seis ruedas neumáticas en los extremos de patas articuladas y descansará en Marte.
Una vez que se alivie el peso, la grúa cortará los cables y su soporte flotante saldrá disparado hasta alrededor de un kilómetro donde se perderá, dejando al Curiosity de cara al suelo en el cual buscará indicios de vida.
Dado que el artefacto tocará la superficie marciana cuando sea poco más de la medianoche en Estados Unidos, la NASA y numerosas instituciones educativas han organizado «trasnoches» en escuelas y bibliotecas y museos para seguir la operación.
Entre los materiales educativos que conmemoran el hecho se cuenta la primera edición en Braille de 1.500 libros dedicados al Curiosity, y una aplicación para la tableta iPad que permitirá seguir el descenso con imágenes tridimensionales. EFE