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7 jul (EFE).- Desde que conquistó su primer Grand Slam en 1999, Serena Williams, ganadora este año de su quinto Wimbledon, se las ha arreglado para mantener intacta su imponente capacidad física a pesar de haber sufrido graves contratiempos, como una embolia pulmonar en 2011.

La posición de Serena en el ránking de la WTA todavía no se ha recuperado de la afección que la mantuvo apartada de las pistas durante varios meses (será cuarta en la próxima actualización), pero ella demostró hoy en la pista central del All England Club, al levantar su decimocuarto título de Grand Slam, que ha recuperado su mejor nivel.

A sus 30 años, la menor de las hermanas Williams ha dejado claro que su carácter batallador, el mismo que le llevó hace años a asegurar que podría competir a buen nivel en el circuito masculino, no tiene límites marcados.

Nacida un 26 de septiembre de 1981 en Saginaw, un pequeño pueblo de 56.000 habitantes del estado de Michigan (EEUU), Serena creció con su principal modelo tenístico en casa, su hermana Venus, quince meses mayor que ella y que se ha convertido durante la última década en su principal compañera en dobles y rival en el circuito individual.

Su padre, Richard Williams, fue el preparador y consejero tanto de Venus como de Serena desde los inicios de su andadura en el tenis, que llevó a ambas al circuito profesional con tan solo un año de diferencia.

Fue él quien le puso una raqueta en las manos a Serena a los cuatro años (la tenista dice que conserva una fotografía suya en una cancha de tenis cuando aún se movía en un carrito de bebé), cuando la familia se había mudado a Compton (California, EEUU), una ciudad conocida entonces por el clima de violencia que reinaba en sus calles.

Profesional desde el año 1995, la carrera de Serena estalló en 1999, cuando ganó su primer título del Abierto de Estados Unidos, que reeditaría en 2002 y en 2008.

No obstante, el nombre de la menor de las Williams no comenzó a destacar en el circuito hasta tres años después de hacerse profesional, en 1995.

Sus primeros éxitos llegaron de la mano de Max Mirnyi, con quien formaba pareja para dobles mixtos cuando ganó en esa categoría el Grand Slam de Wimbledon y el Abierto de EEUU, en 1998.

Más adelante, ya convertida en una de las tenistas mas reconocidas de la historia moderna del tenis, Wimbledon y Australia han sido los dos Grand Slam que mejor se le han dado a Serena, que acumula cinco trofeos del primer gran torneo del temporada (2003, 2005, 2007, 2009 y 2010) y otros cinco sobre la hierba de Londres (2002, 2003, 2009, 2010 y 2012).

Tampoco falta en su abultado currículum un Roland Garros, que sumó en 2002.

Quizás uno de los mayores logros de la estadounidense es haber vuelto a su mejor nivel tras someterse a un tratamiento de emergencia por un coágulo de sangre en uno de sus pulmones en marzo de 2011, lo que la mantuvo varios meses fuera del circuito.

Con sus 68 kilos de peso y 1,75 metros de altura, el servicio ha sido siempre su mejor arma, aprendida y perfeccionada en las sesiones de entrenamiento con su padre y en las largas charlas con su hermana.

Con su victoria de hoy, la menor de las hermanas Williams acumula 42 títulos individuales y 20 de dobles en su carrera, catorce de ellos de Grand Slam en categoría individual.

Aunque la arrolladora confianza en sí misma de Serena la llevó a declararse capaz de batirse con los tenistas masculinos al inicio de su carrera, más adelante ha admitido que no podría imponerse a ninguno de los cien primeros jugadores de la ATP, si bien ha defendido con contundencia que las mujeres cobren lo mismo que los hombres en los torneos.

«No merezco menos porque yo tenga pechos y ellos no. Trabajé duro desde los tres años para llegar hasta aquí», dijo hace pocos días la estadounidense en respuesta al francés Gilles Simon, que sugirió que los tenistas masculinos deberían cobrar más porque atraen a más público.

Amante del fútbol, de series de series de televisión como «Mujeres desesperadas» y del mundo de la moda, Serena acumula unas ganancias en su carrera tenística de más de 36 millones de dólares, unos 29 millones de euros, sin contar con los ingresos por publicidad.

Entre sus actividades fuera de las pistas, la menor de las Williams se sirve de su popularidad para sacar adelante su propia marca de moda, «Aneres» (su nombre pronunciado al revés). EFE

Por ccarrera