Vie. Nov 22nd, 2024

Microsoft presentó ayer, en un evento rodeado de secretismo, la que será su apuesta de futuro en el mercado de la movilidad. Mitad tableta, mitad ultraportátil, Surface apunta a la línea de flotación de Apple y Google. ¿Tendrá opciones frente al iPad y los terminales Android?

Windows siempre ha sido a sistema operativo lo que Kleenex a pañuelos desechables o Bimbo a pan de molde: un estándar. Pero las reglas del juego ya no son las de los gloriosos años 90, cuando la firma de Bill Gates imponía su criterio sobre la competencia. Steve Jobs, que en paz descanse, escribió el futuro de la informática en pantallas de menos de 10 pulgadas y ecosistemas integrados. El todo en uno, la llamada era postpecé. Y los de Redmond no quieren ser una nota al pie de página.

Hace tiempo que está claro: nuestros nietos no hablarán de ordenadores, ni de software, ni tendrán un sinfín de aparatos. Llevarán en un mismo dispositivo móvil varias decenas de aplicaciones capaces de desempeñar las tareas que hasta hace unos años necesitaban de una habitación llena de chismes: un portátil, un sobremesa, un reproductor de música, un DVD, un GPS, una videoconsola.

Y Microsoft sabe que tiene que subirse a esa rueda si no quiere ser aplastado por el ecosistema de Apple o la cada vez más pujante alianza Android, capitaneada por Google con Samsung como timonel. Un par de años tarde, pero han dado el paso… Veremos si no están caminando por la tabla directos al mar. Un tercio de su volumen de negocio se iría por la borda si no pusieran su logo a los dispositivos del futuro.
¿Y cuál es el arma de Microsoft en este abordaje? ¿Un sistema operativo? ¿Un ecosistema propio? ¿Una tablet? Mejor digamos que es un híbrido.

Fácil, sencillo y… parecido a un ultraportátil

Microsoft no ha inventado la pólvora con Surface. Con un poco de esto y un poco de aquello ha armado una tablet competitiva que no aporta nada nuevo, pero combina con sutileza y no poco acierto recetas interesantes de otros fabricantes. Y por encima la guinda para endulzar.
El atril, a diferencia de los buques insignia de sus competidores, viene incorporado. No hará falta una funda especial para apoyar el dispositivo, pero tampoco podrás deshacerte del grano si molesta, o al menos no tan fácilmente como en un iPad o una Galaxy Tab.
Tampoco hará falta acoplarle un teclado. Viene de serie y se proclama como una de las características más interesantes de la apuesta de Ballmer y los suyos. A falta de poner a prueba su ergonomía (y su comodidad, sencillez de uso, resistencia de las teclas, acabado final…), el periférico cuenta con varias ventajas evidentes sobre Apple y los socios de Google: no se compra por separado, está perfectamente integrado en el aparato y se acopla mediante un sellado magnético que recuerda (y mucho) a las ‘smart cover’ del iPad (con la diferencia de que tiene teclas).
¿Suena esto a tablet pensada para la movilidad o a ultraportátil futurista que va mejor en compañía de una buena mesa?
Con alma de PC
A nivel de hardware, la tableta de Microsoft también juega en una liga que, de momento, no atrae a demasiados espectadores ni tiene un claro dominador: la de las tablet híbridas, que permiten a la vez un uso en movilidad – con el dispositivo en las manos – y un uso estacionario, sobre una superficie plana. Mitad ordenador, mitad móvil. Y con un tamaño también a medio camino.
El aparato se comercializará en dos versiones distintas, ambas en esa línea, pero cada una escorada hacia uno de los dos terrenos. La modalidad ‘Surface for Windows RT’ correrá dicho sistema operativo y montará un procesador ARM, la gama de Nvidia que llevan el 95% de los smartphones y tablets actuales. Está pensada para el mercado doméstico e irá directa a competir con el iPad y la Galaxy. Aunque la compañía no ha dado muchos detalles al respecto, se espera que salga a la venta en otoño a un precio similar al de los citados dispositivos de Apple y Samsung.
La segunda versión correrá Windows 8, el sistema operativo de Microsoft para la era postpecé, que todavía no ha salido al mercado, y montará un procesador Intel Core i5 (Ivy Bridge), similar al de muchos ultraportátiles. Será la opción para profesionales que necesiten potencia y versatilidad… y que puedan pagarla. Saldrá tres meses después y, aunque tampoco se sabe con certeza, se estima que el precio no andará lejos del de otros ‘ultrabooks’ (entorno a los 800 euros).
Lo importante son las ‘apps’
Vale, es cierto, si va a correr Windows soportará la versión de escritorio, que tiene software para todos los gustos. No deberían tener problemas con eso. Pero el futuro está en las ‘apps’ y la sincronización entre dispositivos, y el sistema operativo de Microsoft tendrá que hacer grandes esfuerzos para adaptarse a ello. Las aplicaciones Metro de Windows 8 tienen buena pinta, pero aún no las hemos catado. Y los desarrolladores me temo que muy poco.
De todos modos, que no cunda el pánico, que el ecosistema está casi montado. Si la jugada en las ‘apps’ sale redonda, para lo demás ya hay respuesta. Zune y Xbox Live ya solucionan el problema de la música, las películas y los videojuegos. Un mercado en el que Apple está casi desde el comienzo con iTunes y Google está entrando con Play, a excepción de los videojuegos, donde Microsoft lleva un buen trecho de ventaja con la videoconsola líder del sector.
Además, los de Redmond han invertido más de 500 millones de dólares en el negocio de los libros electrónicos de la mano de Barnes & Noble y su Nook, y son propietarios de Skype, la cara más conocida en el terreno de las videoconferencias.
¿Han descubierto la pólvora o les puede explotar en las manos?
Sólo un ‘pero’ más. Cuando Google compró Motorola todos los analistas previeron una fuga masiva de socios, asustados por la entrada del gigante en el negocio del hardware. Parece que se equivocaron. El todopoderoso buscador sigue apostando por el ecosistema Android, que sigue siendo de código abierto; Motorola va a operar como una línea de negocio independiente y parece que los Nexus se seguirán fabricando en comandita y por turnos.

Nada de favoritismos.

Con el anuncio de Surface, Microsoft plantea las mismas dudas… y alguna más. No sólo entra de lleno en el negocio de las tabletas, modificando su estátus de socio a competidor frente a empresas como HP o Dell, sino que además les seguirá cobrando por hacer uso de sus sistemas operativos una jugosa licencia, que en Android no tendrían que abonar.
Las cartas están sobre la mesa y la partida depende de cuatro ases. ¿El futuro está en los híbridos? ¿Conseguirá Microsoft atraer un buen catálogo de ‘apps’ a su ecosistema? ¿Quién ganará la batalla del multimedia? ¿Perderá amistades? Ya veremos si Steve Ballmer llevaba un póker o iba de farol.

Por kochoa