18 jun (EFE).-El tenista argentino David Nabaldián parece empeñado en unirse a la lista de los jugadores «rebeldes» que han marcado la historia de este deporte con su comportamiento agresivo en las canchas.
En la lista de los sancionados alguna vez por incidentes serios, aparecen, entre otros, John McEnroe, sin duda el número uno del «mal genio», Andre Agassi, Gustavo Kuerten, Marcelo Ríos, Félix Mantilla, Daniel «El Loco» Köllerer, Stefan Koubek, Jim Courier y Guillermo Pérez Roldán.
Agobiados por los nervios o por su carácter violento, los «rebeldes» han vulnerado el código de conducta de la ATP con incidentes que van desde el lanzamiento de la raqueta al suelo o contra los jueces, agresiones, insultos racistas, burlas, improperios y obscenidades y reiteradas protestas.
Nalbandian se adhirió a la lista el domingo cuando fue descalificado por propinar una patada a la peana de la silla en la que estaba sentado un juez de línea, en el transcurso de la final del torneo de Queen’s (Londres) contra el croata Marin Cilic.
El tenista argentino, que ganó el primer set por 7-6 (3) y que perdía el segundo por 4-3, mostró su malestar al perder su saque, fue hacia la banda y lanzó una patada a la base de la silla de un juez. Rompió la plataforma y de manera involuntaria causó una herida en una pierna al juez de línea Andrew McDougall.
La organización descalificó a Nabaldián, en su segunda final en hierba tras la de Wimbledon hace 10 años, y otorgó el título a Cilic.
En su página web, Nabaldián, de 30 años y con 12 títulos en su palmarés, pidió disculpas por el «lamentable suceso» y aseguró que «nunca» tuvo intención de golpear al juez. «Fue una desafortunada reacción en la que quise desahogarme por la perdida de un punto».
Queen’s no fue el primer torneo en el que el tenista cordobés sufría una sanción. Le ocurrió en las semifinales júnior de Wimbledon en 1999, al ser descalificado por llegar tarde a su partido contra Jurgen Melzer. Se resarció ganando el título de dobles con su compatriota Guillermo Coria.
En el torneo ATP de Viña del Mar (Chile), en febrero de 2002, el tenista argentino, hincha acérrimo de River Plate, fue descalificado en el primer set de su duelo de cuartos con el brasileño Flavio Saretta por increpar duramente al juez de línea. Ganaba 4-3.
«Por transgresión del código y protestas reiteradas, señor McEnroe (John), juego, set y partido». El gran tenista estadounidense, con 77 títulos individuales ATP, oyó estas palabras más de una vez en su vida profesional. El «Niño Malo», que lideró la clasificación mundial durante 170 semanas, era incapaz de contener su genio cuando las cosas no salían como pretendía.
Su primera descalificación, y primera del circuito ATP tras la implantación de un nuevo código de conducta, le llegó el 21 de enero de 1990 en el Abierto de Australia, en el partido contra el sueco Mikael Pernfors.
Los problemas empezaron en el segundo set, que perdió. Arrojó bolas fuera de la pista, increpó a un juez de línea, discutió con el de silla, rompió la raqueta y grito «ese niño tiene hambre» a los padres de un pequeño que lloraba en las gradas.
McEnroe se justificó asegurando que desconocía las nuevas reglas y creía estar con las antiguas (tres avisos antes de la eliminación). «Es la primera vez que me descalifican en un torneo de esta categoría. Estoy absolutamente sorprendido», dijo.
El australiano John Newcombe, ganador de numerosos torneos del Grand Slam, escribió algo que muchos pensaban: «Todos, incluido el propio McEnroe, hubieran ganado más si esta descalificación se hubiera producido hace diez años».
Cuatro años atrás, McEnroe fue multado por gritar a su rival en un partido de exhibición en México «crees que puedes ganar porque tienes a una banda de mexicanos que te apoyan»· Y en 1981, durante la final de Wimbledon en la que destronó al sueco Bjonr Bog, le cayó otra multa por calificar al juez de silla Ted James de «basura del mundo».
Otro gran astro estadounidense, Andre Agassi, también se dejó dominar por los malos modos, que le costaron la expulsión del torneo de Indianapolis de agosto de 1996 por lanzar bolas contra el público e insultar al árbitro, y la descalificación en el de San José por proferir obscenidades e insultar al juez de línea.
«Fue una mala decisión por mi parte, pero la hice en el calor de la batalla», dijo Agassi, que había ganado el primer set a su compatriota Cecil Mamiit y perdía 4-0 en el desempate del segundo.
La eliminación del estadounidense Jeff Tarango en Wimbledon 1995 por insultar al juez de silla tuvo una secuela inesperada: la esposa del jugador abofeteó al árbitro Bruno Rebeuh, al que el tenista había acusado de corrupción.
El chileno Marcelo Ríos también se ganó una fama de rebelde, con escándalos dentro y fuera de la pista. Se llevaba mal con los jueces y en julio de 2000 fue descalificado por insultar a uno de ellos en el torneo de Los Ángeles. EFE