Cada 105 años el Sol y Venus se conjuntan y alinean en el cielo ofreciendo un espectáculo visual sin igual y que da inicio al ‘fuego nuevo’, creencia de la cultura Xihuacana, establecida el poblado de la Soledad de Maciel, Petatlán, en Guerrero, al sur de México.
Este fenómeno astronómico fue apreciado ayer, desde diferentes puntos del sitio arqueológico de Xihuacan, en donde ambos astros se alinearon quedando en línea recta sobre el montículo, la plaza y todo el centro ceremonial.
«Es la conjunción del planeta Venus con el Sol. Ambos cuerpos celestes podrán ser observados al poniente del asentamiento y su desaparición detrás del cerro de El Guamilule. Este fenómeno astronómico sucede cada 105 años. La importancia de este fenómeno es que fue registrado por los Xihuacanos perpetuándolo en esta escultura. Además de que fue el eje rector principal del centro ceremonial», precisó a CNNMéxico, Rodolfo Lobato, arqueólogo del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH).
En este hecho astronómico, que ocurre cada 105 años, Venus le muestra al Sol el camino para la renovación de la tierra, según se describe en un monolito, cuya antigüedad data del 450-650 D.C.
Arqueólogos del INAH estudiaron durante cuatro años el monolito, que tiene esculpida la figura del dios Tlaltecuhtli o monstruo de tierra, que devora al Sol y al planeta Venus, y llegaron a la conclusión de que un avistamiento importante sucederá este año.
Esta deidad está representada en códices y encarna la sabiduría, la guerra y el renacimiento. En esta pieza Venus le trasfiera al Dios sol sus atributos y le enseña el camino.
Los estudios develaron que los Xihuacanos utilizaban en ciertas épocas del año la ubicación del Sol y Venus como los ejes rectores del trazo urbano del centro ceremonial, detalló la delegada del INAH en Guerrero, Blanca Jiménez Padilla.
El monolito no sólo se da entrada a una nueva fase para la tierra, explica Lobato, sino que los xihuacanos planearon todo el diseño urbano y obra hidráulica con base al paso del sol y el planeta Venus.
«La planificación urbana fue trazada teniendo como base puntos clave en el horizonte, donde cerros y montañas fueron utilizados como marcadores celestes como el sol, Venus y la estrella del norte o Polaris. Este patrón de diseño urbano fue compartido por las grandes ciudades como Teotihuacán y Tula en el altiplano central», explicó.
El centro ceremonial de Xihuacan contiene elementos arquitectónicos únicos conocidos en el área mesoamericana, y sus pobladores, identificados como Xihuacanos, vivieron ahí durante le era del preclásico, clásico y posclásico: hasta la llegada de los españoles a estas tierras al sur de México.
La ciudad de Xihuacan fue edificada sobre una plataforma compuesta por adobes elevando el terreno de 4 a 6 metros de altura y construidos sobre áreas de humedad. Contiene cuatro edificios que delimitan una plaza, espacios residenciales de gobierno y litúrgicos como una cancha de juego de pelota.
Ese sitio arqueológico comenzó a tener sus primeras excavaciones formales hace más de 50 años, cuando varias de las piezas ya habían sido saqueadas y vendidas por los propios pobladores, y fue hasta el 2008 que se localizó la escultura relacionada con la actividad astronómica: el monolito de Tlaltecuhtli o monstruo de la tierra.