19 abr (EFE).- Centradas todas las miradas en la pugna sideral entre Messi y Cristiano Ronaldo, bajo su sombra se agazapan dos de las plantillas más potentes de la historia, de cuya gestión hasta ahora en esta dura campaña puede depender el desenlace de la temporada. Es la vida más allá de los dos astros del fútbol mundial.
Fruto de la exigencia y la necesidad, Barça y Real Madrid armaron para este curso dos grupos temibles, implacables desde el primer asalto. Treinta puntos de diferencia y el doble de goles respecto al tercer clasificado, el Valencia, atestiguan esa incontestable superioridad, trasladada asimismo más allá de los Pirineos.
El liderazgo de Leo y Cristiano es evidente, caudillos supremos del gol, con 41 tantos por cabeza. Pero en una temporada exigente y agotadora, con la final de la Liga de Campeones de Múnich aún en liza, el secreto puede residir en cómo ambos técnicos han gestionado sus equipos.
Dicen los tópicos que Pep Guardiola, técnico azulgrana, siempre prefirió plantillas cortas, donde unos 14 jugadores se repartían la titularidad. También es sabido que José Mourinho optó a menudo por grupos amplios que no dependieran de una abeja reina, sino de una horda de disciplinados obreros en óptimo estado físico permanente.
Pero la realidad de este año demuestra lo contrario. En el equipo culé, 18 de los 27 jugadores que han participado este curso acumulan más de mil minutos, es decir, un tercio de partidos ligueros. En el caso del Madrid, solo ocurre en 15 de 24 jugadores. Es decir, un grupo más corto en el que el juego se concentra en unos pocos.
Así, un hipotético once con los jugadores más veces titulares en el Real Madrid estaría formado por Casillas (33 titularidades); Arbeloa (22), Ramos (30), Pepe (25), Marcelo (28); Alonso (31), Khedira (17), Özil (26); Benzema (22), Higuaín (16) y Ronaldo (32).
Tras ellos, solo Kaká (16), Lass (15), Di María (13) y Coentrao (10) han participado de salida en al menos uno de cada tres encuentros ligueros.
Por su parte, en el Barcelona sobresalen Valdés (33); Alves (26), Mascherano (25), Puyol (19), Abidal (20); Busquets (24), Xavi (24), Cesc (22); Pedro (16), Alexis (19) y Messi (31).
En este caso, se añaden hasta siete jugadores más. Son Iniesta (18), Thiago (17), Piqué (16), Adriano (15), Cuenca (10) y Keita (10), al que podría agregarse el lesionado Villa (8), con bastante presencia en la primera vuelta hasta su grave lesión en diciembre.
Una situación que apunta a diferentes factores. Por un lado, las incorporaciones de este año han sido más exitosas para el Barça, con una notable adaptación de Alexis y Cesc al manual de estilo, además de la maduración a pasos de gigante del canterano Thiago Alcántara.
De los recién llegados Altintop (174 minutos) y Sahin (86) poco se sabe en el Bernabéu, mientras que Coentrao es atizado por su irregularidad y el elevado coste de su fichaje. Solo el joven Varane cumple con las expectativas, aún de futuro, pero muy prometedoras.
Las ausencias también se han gestionado de forma distinta. Las graves lesiones de Villa, Afellay y Fontàs, el tumor de Abidal, los problemas musculares de Alexis, Pedro, Piqué o Iniesta, y la marcha de Keita a la Copa África se han resuelto a base de rotaciones y cantera. Solo así se entiende el alumbramiento de los Cuenca, Tello, Montoya, Sergi Roberto, Deulofeu, Dos Santos y Muniesa.
Mourinho ha preferido tirar de su núcleo de habituales, menos partidario de «La Fábrica». Ha llamado a Jesé y Morata para unos pocos minutos y solo Granero y Callejón parecen llenar ese emotivo hueco en el corazón del madridismo, aunque como revulsivos.
El Madrid se aferra, en todo caso, al excelente rendimiento de sus segundas espadas. A los 41 tantos de Cristiano se suman los 21 de Higuaín y 18 de Benzema. Añoran esas cifras los azulgranas, colgados de la tan bendita como maldita «messidependencia», con apenas diez goles de Alexis y Xavi, por nueve de Cesc.
En este contexto, ambos llegan al clásico con la brecha recortada a solo cuatro puntos tras diez victorias del Barça y los titubeos recientes del líder. Porque más allá del espectacular momento de sus estrellas, en el estado del resto del equipo puede estar la explicación al final de curso más apasionante en muchos años. EFE