Dom. Nov 24th, 2024

5 abr (EFE).- La violencia contra los periodistas en todo el mundo ha aumentado en los últimos años y puede hacerlo aún más, sobre todo, en regiones como América Latina por «la estructura del crimen organizado», alertó la presidenta de la ONG Campaña Emblema de Prensa (PEC), Hedayat Abdelnabi.

En un entrevista con Efe, la egipcia Abdelnabi recordó que los periodistas en un conflicto «no son civiles corrientes y es necesario que la comunidad internacional les otorgue un estatus especial», algo por lo que aboga su organización, que ultima una convención que garantice esa protección en el derecho internacional.

«La creciente amenaza sobre los periodistas continuará, también en lugares donde no hay un conflicto propiamente dicho, como América Latina, por la influencia del crimen organizado, los carteles del narcotráfico», señaló.

Para la PEC, América Latina se sitúa como el lugar más peligroso del mundo para los informadores, por el papel que juegan allí los periodistas, «que tienen la noble misión de ser testigos de las atrocidades y las violaciones de derechos humanos, y luego contárselo a la gente».

Sin embargo, Abdelnabi considera prioritaria la trágica situación de los reporteros en Siria, donde solo en los tres primeros meses de este año ya han muerto 9 de los 31 periodistas que han perdido la vida en todo el mundo, un 50 % más que en ese mismo periodo de 2011.

«La situación en Siria es muy peligrosa y extremadamente impredecible. Debería haber leyes que prohíban atacar instalaciones de prensa, como sucedió en Homs con los dos periodistas occidentales asesinados (Marie Colvin y Remi Ochlik). Lo que vemos en Siria es un ejemplo perfecto de por qué necesitamos esas leyes», destacó.

Por ello, Abdelnabi recomienda que la ONU asuma algunas medidas como la creación de «pasillos mediáticos», a semejanza de los pasillos humanitarios, para permitir la circulación a los informadores.

También se muestra convencida de que entrenar al ejército y a las fuerzas de seguridad para no disparar a los periodistas es más importante y efectivo que adiestrar a los informadores.

«En todos los congresos de periodistas siempre se habla de una cosa: la seguridad, (Colvin y Ochlik) eran expertos, estaban entrenados, pero ¿qué pudieron hacer cuando les tiraron un proyectil sobre la cabeza?. Adiestrar a los periodistas en seguridad está bien, pero eso no te ahorra el peligro», reflexionó.

La PEC lleva más de un lustro buscando la aprobación de un documento que garantice la identificación universal de los periodistas a través de un emblema de prensa, así como otras medidas como la creación de un comité en Ginebra que investigue las violaciones contra este colectivo o un fondo de compensación a las víctimas.

Para ello, han centrado sus esfuerzos en que al menos cinco países suscriban la convención, lo que permitiría depositarla como ley ante el secretario general de la ONU, y los primeros candidatos son tres estados donde ha triunfado la primavera árabe: Egipto, Túnez y Libia.

«Si queremos una mejor protección para los periodistas, la comunidad internacional debe implicarse», dijo Abdelnabi, antes de reconocer que en ocasiones son los propios periodistas y las instituciones mediáticas, sobre todo en Occidente, quienes se oponen a este documento.

«El problema de los periodistas es, por supuesto, con los gobiernos, pero también con los propios periodistas de hotel de cinco estrellas», que se olvidan de que en los países en desarrollo los profesionales se hallan en condiciones mucho más precarias, según la presidenta.

Abdelnabi también se confiesa «preocupada» por Egipto, donde si vuelve a haber violencia, no se sabe hasta qué punto los periodistas van a estar protegidos en las manifestaciones.

En Oriente Medio, señala con el dedo a Siria y también al Yemen, como lugares que despiertan preocupación, mientras que en América Latina considera que se necesitarán acciones contundentes para detener los asesinatos.

Según la PEC, hasta el 31 de marzo de 2012 han muerto cinco periodistas en Brasil, dos en Bolivia y otro más en Colombia, Haití, Honduras y México. EFE