3 abr (EFE).- En el año 2050 habrá en el mundo unos 400 millones de personas mayores de 80 años, frente a los 14 millones que había a mediados del siglo XX, un envejecimiento de la población que preocupa a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El envejecimiento de la población se está produciendo en todos los países del mundo, aunque cada Estado está en una fase distinta de esta transición, y el resultado es que «en cuestión de años» habrá en el mundo más personas mayores de 60 años que menores de 5, según un informe de la OMS difundido hoy.
Con estos datos, la Organización Mundial de la Salud advierte del desafío de un fenómeno al que se dedica este año la conmemoración del Día Mundial de la Salud (el 7 de abril) con el lema «Una buena salud añade vida a los años».
El desafío es consecuencia de que los países pobres y en desarrollo se han subido al carro del envejecimiento de la población en el que están desde hace años Europa, Japón y América del Norte.
Son ahora los países de ingresos bajos y medios «los que están experimentando el gran cambio», según el informe de la OMS, que pronostica que para el año 2050 el 80 por ciento de los ancianos vivirán en esas economías.
Chile, China e Irán tendrán una mayor proporción de ancianos que Estados Unidos, señala el informe a modo de ejemplo.
Lo novedoso para la OMS es que una transición que en países como Francia y Suecia se prolongó durante décadas «está ocurriendo de manera muy rápida» en los países pobres y emergentes.
En Francia, pasaron más de 100 años para que el porcentaje de personas mayores de 65 años se incrementara del 7 % al 14 %, mientras que sociedades como las de Brasil, China y Tailandia han recorrido ese mismo camino demográfico en solo 20 años.
Pese a que el envejecimiento de la población se puede interpretar como una consecuencia directa del desarrollo socioeconómico, la OMS alerta sobre los problemas de adaptación de los sistemas sociales, sanitarios y de salud para este «envejecimiento express».
La OMS apuesta en este contexto por centrarse en las estrategias de reducción de las enfermedades no transmisibles (dolencias cardiacas, apoplejía, cáncer, diabetes y dolencias pulmonares crónicas), que son a menudo consecuencia de comportamientos o situaciones en etapas tempranas de la vida.
Es decir, el riesgo de problemas crónicos de salud en las personas mayores y ancianas se reducirá drásticamente si se logra imponer desde la niñez la fórmula del ejercicio físico, la dieta alimentaria sana y la limitación del consumo de alcohol y tabaco
La OMS ha identificado una serie de «intervenciones baratas» para hacer frente a las enfermedades no transmisibles, que resultan especialmente convenientes para las economías con menos recursos.
Se trata de «estrategias preventivas», como el incremento de la carga impositiva del tabaco y el alcohol, la prohibición de fumar en espacios públicos, la reducción del consumo de sal y una mayor concienciación sobre el ejercicio físico y las dietas saludables.
Según la directora general de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan, «las poblaciones de edad avanzada de los países de bajos y medianos ingresos afrontan hoy un riesgo cuatro veces mayor de muerte y discapacidad por enfermedades no transmisibles que las poblaciones de los países de ingresos altos»
La lectura potencialmente positiva, agregó Chan, es que «la mayoría de estas enfermedades se pueden prevenir en gran medida o no demasiado costosas a la hora de afrontar un tratamiento».
Por ejemplo, explica la OMS, la detección y prevención de la hipertensión, factor de riesgo clave para detectar los problemas cardiacos y la apoplejía, se puede abordar de una manera barata y eficaz, pero en la actualidad menos del 15 % de la gente de avanzada edad en los países pobres y en desarrollo se someten a un seguimiento.
El objetivo de la OMS con esta campaña es también «reinventar el envejecimiento», cambiar las actitudes y percepciones sociales para que la sociedad respete y valore más a las personas mayores.
Según esta organización vinculada a la ONU, la salud precaria no es la única preocupación de las personas a medida que envejecen.
Les preocupa también que se estigmatice y se aplique estereotipos en razón de la edad, lo que previene una plena participación social, sin que se recuerde que los mayores no solo son un coste para las economías, sino un importante aporte, como fuerza de trabajo que contribuye en la cohesión de las familias y de la sociedad.
«Cuando un hombre de 100 años termina un maratón, como ocurrió el año pasado, tenemos que reconsiderar las definiciones convencionales de qué significa ser viejo. Ya no se sostienen los estereotipos convencionales de siglos pasados», dijo Margaret Chan. EFE