21 mar (EFE).- Lugares «fríos, distantes e inexplorados del universo» son ahora visibles para el ser humano por primera vez gracias a la misión Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA), subrayó hoy su director de Ciencia y Exploración Robótica, Álvaro Giménez Cañete.
El observatorio europeo Herschel, el mayor telescopio enviado jamás al espacio, es una continuación más «potente y avanzada» del satélite ISO, fue lanzado en 2009 desde la Guayana francesa y es capaz de hacer sus mediciones «en el infrarrojo lejano», explicó el experto español en una entrevista a Efe.
Se trata de un programa, añadió, que está permitiendo comprender mejor el nacimiento y la formación de las estrellas y de las galaxias, procesos que se producen a bajas temperaturas y que corresponden a la primera fase de su existencia, hasta que sufren fusiones nucleares.
«Sería pretencioso creer que podemos entender el universo con la luz del rango óptico, sensible a temperaturas altas», subrayó Giménez.
El telescopio Herschel, destacó, es toda una revolución, pues puede trabajar a menos de 200 grados celsius y permite ver aquello que escapa a la visión en otras temperaturas.
Entre los progresos logrados gracias a esta misión, el científico citó los descubrimientos de la existencia de nubes moleculares desconocidas y de que las galaxias han evolucionado a lo largo del tiempo cósmico mucho más velozmente de lo que se creía.
Resaltó, igualmente, hallazgos «imprevistos», pero de suma importancia, como que el agua contenida en el cometa Hartley 2 tiene la misma composición que la de los océanos, aunque todavía «no sabemos cómo se formó».
Recalcó que uno de los principales retos de la misión Herschel fue, precisamente, construir detectores y sistemas que funcionen a muy poca temperatura para detectar luz de muy escasa energía.
La construcción del telescopio, añadió, tampoco fue fácil, pues con 3,5 metros de diámetros es el más grande que existe en el mundo, además de tener «una calidad especial y una tecnología novedosa».
Herschel, que el próximo mes de mayo cumplirá tres años, verá agotarse el helio que utiliza para enfriar sus instrumentos a mediados de 2013, recordó.
Pese a esta limitada esperanza de vida, Giménez subrayó que este proyecto de la ESA «ha abierto un campo enorme y ha situado a Europa a la cabeza en el campo de la astronomía del infrarrojo».
Así, Japón ya está interesada en su continuación con una nueva misión que se llamará SPICA y en la que la agencia europea se plantea cooperar. EFE