8 mar (EFE).- Una relación de amor y odio con Estados Unidos llevó al grupo irlandés U2 a crear uno de los álbumes de rock más importantes de la historia de la música, «The Joshua Tree», un trabajo que 25 años después sigue fascinando al público.
En tono profético, la prestigiosa revista musical británica NME ya lo avisó antes de que el 9 de marzo de 1987 saliera a la venta el quinto disco de estudio de una banda formada por cuatro dublineses veinteañeros.
«The Joshua Tree será el mejor y más valiente álbum de todos los que aparecerán este año», predijo la publicación sobre un disco que lanzó al estrellato a U2 con temas como «With or without you», «Where the streets have no name» y «I still haven’t found what I’m looking for», todo un himno para una generación.
Solo un mes después del lanzamiento, Bono (Paul Hewson), The Edge (David Evans), Adams Clayton y Larry Mullen eran portada de la revista Time, compartiendo primera plana con otro icono de la época, el expresidente soviético Mijaíl Gorbachov.
«The Joshua Tree» iba a llamarse «Las dos Américas» en referencia no solo a la diferencias que separaban al norte y sur de aquel Continente, sino a las que se daban en el país del dólar, donde viven más de 30 millones de descendientes de irlandeses.
A Bono, cantante y letrista de U2, le influyeron las lecturas de escritores como Norman Mailer, Flannery O’Connor o Raymond Carver y los sonidos y mensajes reivindicativos de músicos como Bob Dylan, Bruce Sprinsgteen o Lou Reed.
Así lo recuerda el periodista irlandés Niall Stokes, fundador de la influyente revista dublinesa Hotpress, biblia de las publicaciones musicales de este país y, en gran medida, responsable del empujón que toda banda necesita en sus inicios.
En su libro «En el corazón: Las historias detrás de cada canción de U2», Stokes decía que «The Joshua Tree» retrataba a aquellos que se encontraban en la «marginalidad», desconectados del «sueño americano».
Aún así, EE. UU. y, sobre todo, sus espacios abiertos, seguían ejerciendo sobre el grupo una influencia casi espiritual, como quedó plasmado en las fotografías en blanco y negro de Anton Corbijn para la portada de «El Árbol de Josué», parte ya de la iconografía del mundo del rock.
Los viajes de Bono a Centroamérica y África en esa época acabaron por convencerle de que el colonialismo británico en Irlanda del Norte, que había denunciado con el mítico tema «Sunday Bloody Sunday», había sido sustituido por la «peligrosa» política exterior estadounidense.
Los bombardeos en El Salvador o la represión en Chile le llevaron a escribir para este disco «Mothers of the Disappeared» («Las madres de los desaparecidos»), un sobrecogedor tema que reflexiona sobre los horrores provocados por la dictadura del general Augusto Pinochet con permiso de Washington.
Al despertar político y social de U2 en este álbum también le acompañó uno musical, empresarial y hasta estético.
Después de experimentar con su anterior trabajo, «The Unforgettable Fire» (1984), el grupo volvió a componer estructuras musicales más convencionales y decidieron, además, beber de otras fuentes, como el blues o el folk irlandés y estadounidense.
De la velocidad del punk de sus inicios también se pasó a otro ritmo más melódico y sutil, sobre el que influyó especialmente la guitarra de The Edge, creador del característico sonido con el que se identifica hoy en día a U2.
Producido por Daniel Lanois y Brian Eno, habituales colaboradores de U2, «The Josua Tree» introduce bases de piano con rastros de folk, como en el tema «Running to Stand Still», mientras la armónica de Bono impregna de blues la canción «Trip Through Your Wires».
«La gente siempre dice que U2 es la banda ‘underground’ más grande del mundo. Supongo que es verdad, pero esto está empezando a cambiar», advirtió en 1987 su representante, Paul McGuinness.
Y cambió. U2, por ejemplo, llegó a contratar una estilista para actualizar su imagen de cara a la exitosa gira de «The Joshua Tree», Lola Cashman, a quien llevó a los tribunales en 2005 para obligarla a devolver varias prendas que Bono vistió durante aquel tour, entre ellas unos pantalones negros y un sombrero «Stetson» que el cantante calificó de «icónico».
Desde «The Joshua Tree» la banda y McGuinness han sido dueños absolutos de una máquina de generar dinero y de una plataforma que sigue sirviendo a Bono para tratar de salvar al mundo. EFE