1 mar (EFE).- Desde la Patagonia hasta Islandia la disminución de los glaciares deja al descubierto suelos desde los que se levantan tormentas de polvo que afectan la vida marina y el clima global, según un estudio que publica hoy la revista Science.
«La presencia creciente de aerosoles minerales en altas latitudes es sorprendente», dijo a Efe Joseph Prospero, un investigador en la Universidad de Miami autor del estudio y quien durante décadas ha investigado el efecto del polvo en el ambiente global.
Las investigaciones de Prospero ya han establecido que el polvo que se levanta desde regiones tropicales de África es transportado a buena parte del sur y el este de Estados Unidos cada verano (hemisferio norte) y causa del 75 al 80 por ciento del polvo que cae sobre Florida.
Éste no es un fenómeno solamente contemporáneo y las muestras de sedimentos en la tierra y de hielo profundo muestran incrementos de la actividad de polvo vinculados con los períodos glaciares.
«Existe, en consecuencia un interés considerable por la distribución global de las fuentes de polvo, los factores que afectan las emisiones de polvo y las propiedades de las partículas emitidas», dijo Prospero, quien a lo largo de los años ha establecido unas dos docenas de estaciones de observación alrededor del planeta.
La investigación que Prospero ha desarrollado en los últimos seis años en Islandia ha determinado que «hay grandes tormentas de polvo que se originan allí y se trasladan al norte del océano Atlántico».
«El polvo contiene hierro, que es un micronutriente esencial para los organismos marinos, el fitoplancton», explicó el profesor emérito en la Escuela Rosenstiel de Ciencia Marina y Atmosférica en la Universidad de Miami.
«Tal como el nitrato y el fosfato son esenciales para los microorganismos, estos también necesitan pequeñas cantidades de hierro que son esenciales para la manufactura de enzimas y la conversión del dióxido de carbono en masa corporal», añadió.
De esta manera el agregado de hierro en las aguas oceánicas estimula el crecimiento del fitoplancton que, a su vez, afecta al dióxido de carbono en la atmósfera.
«Islandia al parecer desempeña un papel importante como abastecedor de nutrientes para los organismos marinos, pero no hemos determinado la magnitud de ese papel», dijo el investigador.
Según Prospero se aprecia un incremento sustancial de la actividad de polvo en Islandia a medida que los glaciares disminuyen debido al calentamiento global.
«Desde satélites hemos observado la disminución de glaciares en Islandia, en Alaska, en la Patagonia, y en todas partes vemos un aumento del polvo», continuó. «Ese polvo proviene del suelo en torno al glaciar que, a medida que disminuye deja materiales expuestos a ser levantados al aire».
Según Prospero «al ritmo actual de disminución de los glaciares en Islandia, en cien años no habrá glaciares allí».
El polvo mismo contribuye a incrementar la tasa de disminución de glaciares explicó el científico.
«Cuando los glaciares están fuertes y ‘limpios’, su color es blanco, brillante, refractario de la luz», dijo. «Pero cuando empiezan a acumular polvo en sus estrías, en la parte alta del glaciar, se absorbe más calor de la luz del Sol y el derretimiento es más rápido».
Prospero y sus colegas pasaron seis años estudiando la isla de Heimaey, al sur de Islandia y tomando mediciones de las partículas de polvo, o aerosoles, en el aire.
Los investigadores identificaron episodios frecuentes de producción de polvo en la región, que en algunos casos alcanzan a 20 microgramos de partículas por metro cúbico, y determinaron que las emisiones de polvo de la isla tienden a ser más elevadas en la primavera.
Gran parte de este polvo es transportado hacia el sur de la isla y cae sobre el Atlántico norte. EFE