La agrupación mexicana, Maná enloqueció a los 30 mil fanáticos que se dieron cita el pasado lunes en el Estadio Alberto Spencer. Magia.
Bajo un cielo despejado, el grupo azteca ‘Maná’ volvió a conquistar el escenario ecuatoriano con la interpretación de sus más sonados éxitos, que hizo vibrar de emoción a su fanaticada que se congregó, este lunes, en el estadio Modelo Alberto Spencer, en Guayaquil.
Más de 30 mil personas corearon canciones como ‘Lluvia al corazón’ con la que abrió el concierto, que forma parte de su tour ‘Drama y luz’, que viene ofreciendo por toda América Latina y visitará también Europa.
Fernando Olvera no paró de cantar y agraceder a los ecuatorianos por el gran respaldo que le han dado a través de su carrera artística. “He estado leyendo sobre Ecuador y sé que es poseedor de una rica selva, que debe proteger”, agregó el hombre de la melena más famosa.
‘Fer’ como se lo conoce en el mundo artístico también hizo gala de su gran capacidad para entonar sus guitarras en cada una de sus interpretaciones como en ‘Manda una señal’, por la que arrancó gritos de locura entre los presentes.
‘Maná’ cumplió con el anuncio de que brindaría su concierto en dos escenarios y así fue, luego de destacarse con un repertorio compuesto por canciones como ‘Rayando el sol’, ‘Bendita tu luz’, ‘Corazón espinado’, ‘Me vale’, ‘Se me olvidó’, Clavado en un bar’, ‘Labios compartidos’, entre otras famosas melodías, se trasladó hasta una platea más pequeña que estaba ubicada en el centro del estadio para complacer con su recital a las personas que estaban en los graderios.
‘Si no te hubieras ido’, ‘Te lloré un río’ ‘Vivir sin aire’, ‘Eres mi religión’ fueron temas que cantó para este sector, que no paraba de corear sus canciones con todas sus fuerzas y hasta les respondió con una frase cantada que decía ‘olé, olé, olé, olé Maná, Maná’.
Pero no solo ‘Fer’ brilló en el escenario, pues el coro de sus percusionistas no se quedaron atrás, como Carlos, quien está casado con una ecuatoriana hace más de 40 años y en los teclados, los hermanos Saico y Sergio, quienes hicieron trinar hasta el cansancio las cuerdas de sus complacientes guitarras.
La noche perdió la calma también, con el sonido inigualable del aclamado Alex en la batería, que estuvo situada sobre un espacio, que se elevó y desde donde hizo sonar con mucha fuerza y energía, este imponente instrumento musical.