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27 feb (EFE).- El artista estadounidense de origen dominicano Prince Royce elevó la temperatura de la fresca noche de Viña del Mar y, con su versión renovada de la bachata, convirtió el auditorio de la Quinta Vergara en una auténtica pista de baile propia del Caribe.

A sus 23 años, este exvendedor de teléfonos móviles del Bronx neoyorquino aguantó la presión de actuar por vez primera ante el exigente público del certamen y, a pesar de su poca experiencia, entusiasmó a sus jóvenes seguidoras que lo elevaron al limbo al premiarlo con tres galardones.

En una actuación de poco más de una hora de duración, Geofrrey Royce Rojas Pina, conocido por los designios comerciales como el «Príncipe de la bachata», repasó las canciones de su primer disco, con el que en 2010 obtuvo la bendición tanto de crítica como de público, y ofreció además un aperitivo de algunos de los temas de su segundo álbum que se publicará el próximo abril.

El neoyorquino cerró la penúltima noche del festival, en la que previamente habían actuado el puertorriqueño Luis Fonsi y la española Rosana, que hicieron vibrar al apodado «monstruo» de la Quinta.

Pero la presencia previa de artistas más consolidados no pareció afectarle y a las 01:55 (04:55 GMT) salió con seguridad al escenario y se presentó con «Ven conmigo», tema que el pasado año editó junto a una de las voces más respetadas del Reggaeton, el puertorriqueño Daddy Yankee.

Para caldear la fresca brisa del Pacífico chileno, Royce no quiso dejarse la pólvora para el final y decidió continuar la velada con su particular versión del clásico del estadounidense Ben E. King «Stand by me», canción con la que en 2010 se dio a conocer en medio mundo.

Prueba del fenómeno global de este éxito fue la reacción de las 15.000 femeninas almas que abarrotaban el auditorio, que al percibir los primeros compases de este clásico afinaron las golas de inmediato y corearon al unísono la letra que mezcla el inglés con el español caribeño de sus orígenes.

Aunque en directo aún denota una cierta inseguridad debido a su falta de experiencia, Royce no rehuyó el contacto con sus entregadas «fans» y buscó cautivarlas con piropos constantes. Y eso es lo que precisamente hizo antes de desgranar «El amor que perdimos».

«Es una canción muy triste. Por canciones como estas no consigo estar con ninguna mujer. Estoy buscando una mujer que me cuide que me consuele», dijo ante el griterío histérico de todo el anfiteatro.

Royce aprovechó la velada para probar como suenan en vivo algunos de los temas que figuraran en su nuevo álbum.

Así, con «Te vas», «Incondicional» y «Addicted» confirmó que ha escogido la misma fórmula que su primer trabajo: letras eminentemente románticas aliñadas con el ritmo siempre eficaz de su bachata urbana.

Para reactivar el ánimo, eligió «Corazón sin cara», una alegoría a la belleza femenina, que se convirtió en uno de los clímax de la noche, tanto por la devoción del público como por las ganas del artista en cantarla.

Al terminar «Rechazame», Royce recibió el reconocimiento del certamen al recoger dos antorchas, de plata y de oro, a las que se le unió una gaviota de plata ante la insistencia del hoy menos fiero «monstruo» de Viña del Mar.

Con una sonrisa de oreja a oreja, continuó con el pegadizo tema «Las pequeñas cosas» y «El verdadero amor», que grabó con el grupo mexicano Maná y añadió de esta manera una pizca de rock a su ritmo tropical.

Royce repitió con una versión un poco más movida de «Corazón sin cara» y puso el punto final en un concierto en el que se confirmó como la bocanada de aire fresco que necesitaba una edición en la que han reinado los clásicos. EFE

Por ccarrera