Al menos 11 bombas de las utilizadas por pilotos estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial fueron destruidas en las Islas Galápagos. Para ello, los expertos excavaron un orificio en la tierra donde fueron detonadas las bombas.
Las autoridades señalaron que los artefactos se encontraban parcialmente armados y fueron destruidos luego de una inspección medioambiental de las especies de la zona. El Ministerio de Defensa obtuvo una póliza de seguros para prevenir cualquier tipo de riesgos y dispuso de un grupo de médicos para emergencias.