10 dic (EFE).- El «atrevimiento» con el que el portugués Jose Mourinho, al margen del guión que hizo suyo el curso pasado, no fructificó las expectativas de su equipo en el clásico, del que volvió a salir reforzado el Barcelona y su técnico, Pep Guardiola.
Ni a pesar de contar con un gol de ventaja, envuelto en un error de Víctor Valdés en la primera jugada, fue capaz de alentar el panorama del Real Madrid en los partidos de peso que entabla contra su máximo adversario. Una situación que se le enquista a Mourinho, que optó por dejar al margen el conservardurismo que manejó el curso anterior.
Mourinho decidió salir con todo. Mantener la apuesta que le ha hecho intratable en lo que va de ejercicio. Especialmente en el Bernabeu. El 4-3-3 con el que amenazó Aitor Karanka en la previa fue ficticio.
Esa amenaza hizo especular con la suplencia del alemán Mesut Ozil, al final en el once inicial. Demostró su debilidad por el francés Lass Diarra, al que adentró en el centro del campo en lugar de Sami Khedira y por su compatriota Fabio Coentrao, al que, a pesar de su condición de zurdo, situó como lateral derecho, en detrimento de Álvaro Arbeloa, acomodado entre los suplentes.
No engañó a nadie con la puesta en escena del francés Karim Benzema como nueve. Gonzalo Higuaín quedó en la reserva.
Empezó fuerte el Madrid. Con una presión intensa que le propinó con el gol inicial y meter, al principio, en algunas dudas a los azulgrana. La intensidad se diluyó con el paso del tiempo. Entre el gasto y el orden azulgrana.
Guardiola fue fiel a su estilo. Renunció a la defensa de tres. Un riesgo excesivo en el Bernabeu. Pero tiró de él enseguida. Al minuto dos. En cuanto el Real Madrid se puso por delante en el marcador. Entonces adelantó a Dani Alves, convertido en un centrocampista más, y dejó a Puyol, Piqué y Abidal.
La sorpresa fue la suplencia de David Villa. Una declaración de intenciones respecto al asturiano. Al margen del protagonismo en el primer gran partido del curso. Guardiola volvió a apostar por el chileno Alexis Sánchez. En racha el sudamericano, que amplió en el recinto madridista.
Todo la inversión económica azulgrana estuvo puesto en el césped blanco. Cesc Fábregas y Alexis. Toda la apuesta. Pep Guardiola, que sumó su tercera victoria en el estadio Santiago Bernabeu en Liga, de cuatro visitas, reubicó la zaga en cuanto se puso por delante.
No le hizo falta mover excesivas fichas. Atrasó a Sergio Busquets y Puyol quedó como un lateral nato.
El sistema se le atasca al Real Madrid como condiciona al resto de equipos, incapaces de hacer frente a la puesta en escena azulgrana. El conjunto blanco acaba desquiciado ante su adversario. Por detrás del balón. Impotente al sometimiento barcelonista. La escasa renta que araña es sólo fruto del tesón.
Guardiola amplió su hegemonía en el Bernabeu, donde no conoce la derrota. Mourinho acentúa su resignación ante su colega, al que sólo ha superado en dos encuentros, uno con el Real Madrid, en la final de Copa. La otra, más lejana, fue en la semifinal de la Liga de Campeones con el Inter. Eran tiempos mejores para el portugués, que sigue sin dar con la tecla. EFE