Para nadie es un secreto que el transporte público sobre todo de la capital, deja mucho que desear. Los pasajeros esperan una ruta sin mayores contratiempos, pero suceden dos cosas: o el señor chofer se estaciona en una parada para esperar durante varios minutos a más clientes, o corre a velocidades extremas. Esto resulta ser el pan de cada día, por lo que podría considerarse una verdadera travesía andar en bus.
A la hora de que uno de los pasajeros ‘osa’ reclamar por un buen servicio y por seguriidad, recibe una respuesta violenta y hasta con golpes.
Antes de exigir alzas en los pasajes, deberían hacerse una auto evaluación. Así mismo, el cabildo debería normar este servicio y sobre todo poner a disposición capacitaciones de relaciones humanas.