No es de nueva data la enconada rivalidad entre Deportivo Quito y LDU. Es un choque con historia, desde los albores del profesionalismo. Son innumerables los duelos. Las figuras que desfilaron por uno y otro bando. Los partidos encarnizados. La necesidad imperiosa de una victoria, que fortifique la moral y la honestidad, de uno de los actores, aún a despecho de que no se jugaba nada y en el que el perdedor, podía incluso acceder con esa victoria al título. Las muestras son múltiples.
El caso no se ajusta plenamente en esta definición electrizante, que se producirá el miércoles en Ponciano. Ambos tienen la obligación de ganar. No hay otro resultado valedero. Al menos para el once que dirige el ‘Patón’ Bauza. Acaso el empate, le pueda servir a Deportivo Quito, para aumentar a 6 puntos la ventaja frente a Barcelona, que se acerca peligrosamente a la tropa del ‘Pelado’ Ischia y para virtualmente descontar de la pelea a la ‘U’, que difícilmente podría remontar la diferencia de 10 unidades, que quedarían como remanente a descontar, a 9 fechas (27 puntos en disputa) de la finalización de la Segunda Etapa.
Deportivo Quito vive un momento de maravilla. Humilló el sábado al Deportivo Imbabura, en su propia cancha, con una acabada demostración de fútbol de alta jerarquía, guiado por el temple y la inclaudicable figura de líder y caudillo de Luis Fernando Saritama. El once azulgrana luce aplomado. Ganador, brioso, con la moral en lo más alto del mástil. Atravesando con seguridad, los escollos que lo separan de convertirse en el neto ganador de esta etapa, para acceder a jugar la final, en la que espera el Emelec de Carrasco, que ha caminado a los empellones en esta parte del año futbolístico.
Liga no le ha bajado el pulgar a la lucha por el cetro del campeonato nacional. No hay peor frustración, que abandonar la meta anhelada, sin dejar en la cancha la última gota de transpiración. Por eso la plantilla de Bauza, alimentada espiritualmente por la obtención de la clasificación a los cuartos de final de la Copa Sudamericana, en la mítica cancha de Independiente de Avellaneda, el domingo ordenó el descanso de siete de once de sus habituales titulares, pensando en librar con toda la artillería, la decisiva batalla en la Casa Blanca, contando con el apoyo multitudinario de su hinchada. Ese ‘pueblo blanco’, que suele presagiar y apoyar con su aliento conmovedor en los instantes cruciales.
“No es un clásico”, sostienen algunos trasnochados, que movidos por la envidia y su reciente aterrizaje en las tierras del fútbol, tratan de restarle importancia a este choque histórico. Es un sacrilegio, ponerle a este partido en un segundo escalón, más ahora que Aucas navega con dificultades en las aguas de la segunda división.
Quién de aquellos que vieron el fútbol grande de todas las épocas, podría olvidar los goles pícaros del ‘Trompudo’ Ernesto Guerra. Los duelos memorables entre Tito Larrea y el ‘Nerón’ José Romanelly. Los tantos electrizantes del ‘Loco’ Víctor Manuel Batainni, los malabares de Oscar Milber Barreto, al que no en vano le bautizaron como el ‘Poeta’. La clase y los goles de chanfle del ‘Tano’ Bertochi, las genialidades de Polo Carrera, el temple y la jerarquía de los hermanos Zambrano -Eduardo y Mario-, la ferocidad del ‘Tronco’ Ramiro Tobar, que un domingo cualquiera de ese nostálgico y lejano 1968, cuando D. Quito se coronó campeón, se agarró a las trompadas con Barreto y terminó la reyerta con una patada voladora, que sembró al talentoso uruguayo.
Así fueron siempre los partidos entre D. Quito y Liga. Llenos de coraje, de fibra combativa, de pundonor, de fe, de agallas, de pierna fuerte. Jugados con el corazón en la mano. Respondiendo al clamor de las tribunas. Porque no hay mayor dolor para las dos hinchadas, que sufrir la derrota ante el encarnizado rival. Si este partido no es un clásico, entonces habrá que preguntarles a los distraídos, cuáles son los atributos que deben adornar a un choque futbolístico.
Ya estoy palpitando el partido que se juega mañana en Ponciano. Será a matar o morir. Hay tantas cosas en juego, que obliga a una entrega sin claudicaciones. Estamos seguros que el mensaje trepará de la cancha a las tribunas, convertido en un volcán de emoción y esperanza. No es poco, definir en un encuentro, la posibilidad de acceder a la final. Que sea una fiesta. Auténtica, colorida. Con orgullo por la camiseta amada, pero sin agresiones. A vibrar y a vivir. Es la mágica sensación, que solo produce un partido de fútbol.
* El partido será mañana a las 19h30 en el estadio ‘Casa Blanca’
Alineaciones:
– LDUQ: Alexander Domínguez, Norberto Araujo, Geovanny Caicedo, Diego Calderón, Néicer Reasco, Paúl Ambrossi, Patricio Urrutia, Ezequiel González, Richard Calderón, Luis Bolaños y Hernán Barcos.
– SDQ: Marcelo Elizaga, Pedro Velasco, Jairo Campos, Luis Checa, Ángel Escobar, Alex Bolaños, Oswaldo Minda, Luis Saritama, Juan Paredes, Maximiliano Bevacqua y Fidel Martínez.
Por: Raúl Cruz Molina