7 oct (EFE).- La selección de Ecuador volvió hoy a hacerse fuerte en Quito, ciudad temida por la altitud de 2.850 metros en que se encuentra, pero que había sido vulnerada por la selección de Venezuela hace cuatro años, cuando se impuso por 0-1 en un comienzo similar de eliminatorias de Mundial.
Ahora, Ecuador, en una especie de revancha, venció a Venezuela por 2-0, un marcador que supo a poco a los aficionados que siguieron el partido en el estadio Atahualpa o por la televisión abierta.
La victoria desató una euforia popular que estaba contenida por los resultados previos, nada alentadores, y las dudas sobre el proceso del entrenador colombiano Reinaldo Rueda.
Los ecuatorianos, orgullosos por el paso su selección a los mundiales de Japón y Corea del Sur 2002, y al de Alemania 2006, estaban hasta hoy muy cautos.
El apoyo de los aficionados fue reconocido tras el partido en el estadio Atahualpa por el entrenador Reinaldo Rueda.
«Una excelente respuesta de todo el pueblo ecuatoriano», afirmó Rueda, que no ocultó su satisfacción por el triunfo conseguido en un momento en el que había recibidos muchísimas críticas por el flojo desempeño de sus dirigidos.
Los rostros de felicidad de los aficionados que salieron del estadio también reflejaban un aparente alivio, pues antes del partido se conjeturó mucho en los medios sobre el real potencial del equipo nacional.
En contramano, la prensa deportiva ecuatoriana elogiaba el ascenso futbolístico del equipo Vinotinto que quedó plasmado con el cuarto lugar obtenido en la pasada Copa América.
El cambio de actitud comenzó a registrase con los dos goles, firmados a los 14 y 27 minutos por Jaime Ayoví y Cristian Benítez.
La falta de definición al momento del remate final fue, quizá, el mayor pero que ahora carga la selección de Rueda. Si antes era preocupación, ahora, después del debut en las eliminatorias, parece ser una asignatura pendiente ya que la portería de los venezolanos estuvo a punto de caer en cinco ocasiones más, al menos.
De todas formas, los ecuatorianos tranquilos y contentos, mientras que en el lado venezolano surgieron inquietudes.
«Es difícil jugar en la altura y ante un rival difícil, pero resalto el trabajo de mis jugadores que terminaron luchando hasta el final», apuntó el seleccionador venezolano, César Farías, que ahora tiene otra prueba difícil ante Argentina, el próximo martes, en Buenos Aires. EFE