La región catalana tuvo ayer su última corrida de toros, en la Plaza Monumental de Barcelona, escenario de algunas de las mejores lecciones del arte taurino.
Debido a las presiones políticas, las corridas de todos han perdido popularidad en los últimos años.
El parlamento catalán prohibió el espectáculo en julio de 2010 tras una campaña de activistas de los derechos de los animales.
Pero sus detractores sostienen que la prohibición no tiene que con la protección de los astados, sino con el empeño del sector nacionalista catalán por distanciarse de España, incluso en el terreno de la cultura popular.
