La novena jornada del Abierto de Estados Unidos fue suspendida ayer definitivamente, tanto la sesión diurna como la nocturna, debido a la fuerte lluvia y la previsión de que ésta no pare durante todo el día en Nueva York. Se reabre la vieja polémica sobre la idoneidad de instalar un techo retráctil en la pista central Arthur Ashe.
Y es que la final del último Grand Slam de la temporada se ha visto obligada a retrasarse un día y disputarse en lunes en los tres últimos años, un hecho sin precedentes en la historia de los grandes torneo tenísticos.
Esta situación se ve agravada por el hecho de que el Abierto de Estados Unidos es el único Grand Slam que no concede un día de descanso entre las semifinales y la final masculina.
El torneo norteamericano dispone que las dos semifinales del cuadro masculino se jueguen el sábado, cuando en el resto de Grand Slams juegan viernes, junto a la final femenino, en el denominado “súper sábado”, una jornada así configurada por el tirón televisivo de ofrecer en un mismo día estos tres partidos.
La Asociación Estadounidense de tenis (USTA), ya defendió el pasado año, tras aplazarse la final entre Rafa Nadal y Novak Djokovic, la decisión de no poner techo a la pista central Arthur Ashe, la más grande del mundo con 23.771 localidades, a través de su portavoz Chris Widmaier.
“Es técnicamente complejo y exige un gran esfuerzo financiero. Al coste de más de 150 millones de dólares, ¿gastarían eso en un techo o seguirían financiando los programas de tenis de base en este país?”, se cuestionó.
Widmaier comentó entonces que se habían invertido 100 millones de dólares en distintas mejoras en el Centro Nacional de tenis Billie Jean King en los últimos cinco años, y que el dinero que genera el torneo es destinado al desarrollo de jugadores y a la mejora de instalaciones de tenis en todo el país.
De los cuatro torneos de Grand Slam sólo el torneo americano y Roland Garros no cuenta con techo en sus pistas centrales, mientras que Wimbledon y el Abierto de Australia sí. EFE