Por fin vuelve la Fórmula 1. Después de cuatro semanas de paralización, regresa la máxima emoción al autódromo de Bélgica.
Spa-Francorchamps es una pista que encanta a casi todos los pilotos, ya sea por su longitud, por sus especiales curvas, por su ubicación o simplemente por las buenas carreras que se han visto allí en el pasado.
Por eso, el GP de Bélgica es una fecha ineludible en la temporada, aunque lamentablemente lo más probable es que dentro de poco sólo observemos este fantástico circuito cada dos años, ya que sus problemas de financiación son evidentes.
Los equipos llegan a Bélgica, después de haber cerrado sus fábricas de forma obligatoria durante dos semanas.
El circuito belga es un trazado permanente situado en medio del bosque de la Ardenas (a unos 150 km de la ciudad de Bruselas, capital del país y a unos 10 km del pueblo de Spa) y que lleva en la Fórmula Uno desde sus orígenes en 1950, aunque ha estado ausente del calendario en varias ocasiones.
Tiene una longitud de 7.004 metros (el más largo del Mundial), que los pilotos tendrán que completar hasta en 44 ocasiones, el domingo para conseguir una distancia total de carrera de 308.052 km.
Lo que más sufren en este circuito son los motores, que van al máximo de revoluciones durante más del 60% de la vuelta.
Además tienen una importancia vital, ya que tan solo 10 caballos más de potencia pueden reportar una ventaja de 3 décimas por vuelta.
La prueba se corre el domingo a las 07h00 -hora local-. Las expectativas por este gran premio son inmensas por los nuevos diseños de los monomarcas.
