Sáb. Nov 9th, 2024

(EFE).- La selección de Brasil impuso su histórica jerarquía y se llevó el XVIII Campeonato del Mundo Sub’20 disputado en Colombia, un país que el mundo del fútbol ya no olvidará jamás ante el calor, el cariño y la pasión que le puso a un torneo que se tomó como un Mundial absoluto.

No ha habido nadie que públicamente haya puesto un pero al trato recibido en el país del café y casi nadie que no haya agradecido una y otra vez el comportamiento que hacia él ha tenido un pueblo colombiano absolutamente entregado al torneo.

Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Barranquilla y las tres ciudades maravilloso del Eje Cafetero, Manizales, Pereira y Armenia, ya han quedado en el corazón de quien ha tenido la fortuna o el acierto de visitarlas durante el evento.

Colombia ha mostrado con ellas el país al mundo de una manera muy diferente a como tiene acostumbrado. ¿Será el Mundial un antes y después en la imagen que proyecta un país aún lleno de lastres y contrates, pero también de maravillas?

En lo deportivo, el torneo fue quizás de menos a más con el clímax en cuartos de final. Allí se quedaron en el camino tres de los escuadras que prometían un final realmente espectacular: la ilusionada y entregada Colombia, la poderosa y académica España y la acreditada y competitiva Argentina.

Fue un golpe duro para el torneo tres bajas de tamaña envergadura. Fundamentalmente porque la local, que tenía en vilo y levitando al país, no pudo participar en la fiesta final, donde la esperaban miles y miles de incondicionales.

Argentina tiró por la borda una tanda de penaltis que tenía ganada frente a una Portugal discreta hasta entonces, pero espléndida, de la mano del colosal Nelson Oliveira, a partir del milagro vivido.

Por España, entró Brasil en la fase final. O sea, casi lo mismo, ante la admiración que le profesa una tierra que le tuvo como local cuando varó Colombia.

Gabriel, Henrique y, ya en la final, Oscar son las tres figuras verdeamarelhas que quedan para el futuro. Los tres sacaron a su equipo de momentos límites en los que parecía condenado. Siempre acude alguien al rescate de Brasil.

También se recordará de este campeonato a México, con la imponente presencia del chatón Jorge Enríquez en medio campo y Ulises Dávila embistiendo una y otra vez a la defensa rival. Como también al trío mágico Ortega-James-Muriel que tiró de Colombia hasta cuando pudo.

O de la primera fase de Egipto, que empató con Brasil, y las goleadoras Arabia Saudí y Nigeria; de la milagrosa clasificación de la hasta entonces inédita Guatemala y del exquisito fútbol de España. Su partido frente a Brasil en cuartos, sin premio final, sería la mejor manera de promocionar el fútbol en cualquier lugar del planeta. Ese día los de Julen Lopetegui pusieron un ‘jogo bonito’ como pocas veces se recuerda.

Como no podía ser de otra manera en un campeonato de este tipo, también ha habido decepciones. La primera, la de Uruguay, de las primeras eliminadas en un año que estaba siendo mágico para la Celeste.

Tampoco Francia dio mucho de sí, a pesar de llegar al séptimo partido. Inglaterra regresó a casa sonrojada y sin haber marcado un solo gol. El resto el fútbol europeo ajeno a la península ibérica casi ni se dio a conocer. Y tampoco del africano, correcto al principio pero pronto fuera de competición, o del asiático-oceánico, en su discreta línea de antaño, se puede decir mucho.

En definitiva, un torneo dominado de nuevo por Brasil, ya con cinco entorchados e igualando a la absoluta, y que ha dejado a la entregada Colombia, que vivió el torneo como raramente se vive un sub’20, de anfitrión casi inigualable y aspirante al torneo mayor.

Será difícil que pueda lograrlo y en todo caso será dentro de muchos años. Pero una parte del camino que lleva a conseguirlo ya lo conoce: calor y cariño al visitante; y pasión, mucha pasión, por el fútbol. EFE

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