18 ago (EFE).- La Supercopa de España conquistada anoche ante el Real Madrid, un «regalo inesperado», según reconoció el propio Guardiola en un ataque de sinceridad, agranda la leyenda del Barcelona, que suma ya once títulos en los últimos tres años.
Esos mismos once títulos son los que ganó Johan Cruyff como entrenador azulgrana, pero Guardiola los ha conseguido en la mitad de tiempo. El de ayer fue uno menor, por el valor del entorchado pero no por la entidad del rival ni por lo que costó lograrlo.
Como su propio entrenador se encargó de recordar, a este Barça ahora mismo «le faltan piernas». Con una preparación aún incipiente y con otro compromiso de nivel a la vuelta de la esquina -la Supercopa de Europa ante el Oporto- al conjunto catalán trabaja a contra reloj en su puesta a punto.
Pero tratándose del que está considerado actualmente el mejor equipo del mundo, donde no alcanzan las piernas llega la cabeza, la competitividad y lucidez de la mayoría de sus futbolistas, los automatismos ofensivos de un conjunto que sigue jugando de memoria y, sobre todo, el genio de Messi.
En el 3-2 del Camp Nou, el argentino volvió a ser determinante, decisivo con dos golazos y una asistencia superlativa a Iniesta. El «crack» de Rosario, despiadado cuando se enfrenta al eterno rival y tiene delante a Iker Casillas, se encargó de nuevo de apuntillar arriba, como Víctor Valdés de salvar, una vez más, a su equipo desde la portería.
Messi y Valdés fueron las figuras de una final que el Barcelona ganó gracias al 2-2 del Bernabéu, escenario del que logró salir vivo pese a llegar con una semana menos de preparación y peores sensaciones que el conjunto blanco.
Por primera vez, el Real Madrid ha sido mejor en estos dos partidos. Y ahí radica el mérito del Barcelona, que estando a medio gas, sufriendo sin su anhelado balón, viéndose tremendamente exigido por un oponente físicamente muy superior, sigue siendo un animal competitivo.
En esta Supercopa de España, el conjunto azulgrana se ha tenido que «disfrazar» de Real Madrid con la cesión del protagonismo del juego para recurrir a la contra y aferrarse a su tremenda pegada para llevarse el primer título de la pretemporada.
En el partido del Camp Nou, cuando mejor lo tenía la escuadra de Jose Mourinho para darle la vuelta al marcador, cuando ya asomaba la prórroga, el Madrid se olvidó de crear y apostó por recuperar ese fútbol sobrexcitado, ese plus de adrenalina que solo es necesario cuando se es claramente inferior al rival. EFE