El mundo entero vuelve a emocionarse recordando a uno de los hombres más grandes de la historia del rock and roll. Desde hace una semana, su mansión de Memphis se ha convertido en el centro en el que todos los nostálgicos y amantes de su música le reviven recordando sus canciones y rememorando que un 16 de agosto de 1977, ‘El Rey’ se marchaba para siempre.
Un cantante, un icono cultural y un mito. Su mansión en Memphis -Tenesee- vuelve a ser el centro de peregrinaje de miles de nostálgicos y fans que no olvidan al hombre que movía como nadie las caderas.
Originario de Mississippi, Elvis comenzó su andadura musical en 1954 y su revolucionario look dio a conocer por primera vez ritmos y sonidos hasta entonces desconocidos. Durante su carrera simpatizó con varios estilos como el blues, el country, el rockabilly y además encumbró el rock and roll a lo más alto.
Presley también hizo sus pinitos en Hollywood aunque pasaron desapercibidos por el público y duramente analizados por la crítica. A la altura de 1960, Elvis era un icono y, mientras el mundo de la música caía rendido a sus pies, las mujeres de medio planeta suspiraban por él.
SU DECLIVE
Tras un parón en su carrera, en 1968, Elvis decidió volver a los escenarios y protagonizó varias giras y presentaciones que fueron retransmitidas en directo por la televisión estadounidense y que llegaron a seguir desde sus casas más de un millón y medio de personas.
Visiblemente desmejorado y con varios kilos de más, el artista volvía a coger el micrófono pero nunca llegó a ser el de antes.
Elvis había caído en la espiral de la adicción a los medicamentos prescritos, que le acabaron conduciendo a la muerte. En 1977, a los 42 años, un infarto acababa con su vida en el Hospital Baptist Memorial de Estados Unidos. Su voz se apagó, pero fue entonces cuando comenzó el mito.
LA LEYENDA
Desde entonces mucho se ha especulado sobre los motivos de su muerte, el por qué de su adicción e incluso hay una corriente de seguidores que se niega a aceptar que el cantante esté muerto y sostienen que en realidad, harto de la fama, decidió fingir su muerte para vivir en el más absoluto anonimato.
Su casa de Graceland, en Memphis, es visitada por miles de turistas de todos los rincones del mundo y es uno de los mayores atractivos turísticos de Estados Unidos, solo por debajo de la Casa Blanca. Allí también reposan sus restos junto a los de sus padres y los de sus abuelos.
Su tupé engominado, su inseparable guitarra, esos pantalones bell bottoms inconfundibles y sus involvidables canciones son el mejor legado que hacen que 34 años después, Elvis realmente siga más vivo que nunca.