Película mantiene su fantasía intacta
“El mago de Oz”, uno de los grandes clásicos de la historia del cine, cumple hoy 70 años desde su estreno en Estados Unidos. La historia que se define como estandarte de esa gran pantalla “de antes”, llamado a la extinción, mantiene su magia intacta.
LA PELÍCULA
Los 101 minutos de aventuras de Dorothy, el león cobarde, el espantapájaros y el hombre de hojalata, que recorren el camino de baldosas amarillas en dirección a Ciudad Esmeralda, para dar con el Mago de Oz, suponen “la quinta esencia de las películas de estudio en Hollywood”, Así lo aseguró Randy Haberkamp, programador del ciclo: “Las candidatas a mejor cinta de 1939”.
Cada toma de esta historia, fue rodada en un escenario. No hay nada real en el filme. Todo es una fantasía, una completa creación artística. Es un trabajo correspondiente a una época, y eso convierte a la cinta en un cuento de hadas eterno.
“Mago de Oz” se basó en la novela de L.Frank Baum.
La historia se centra en Dorothy (Judy Garland), quien junto a su perro Toto, tras ser succionados por un tornado en Kansas, llegan a la tierra de Oz
Allí conocen a la bruja buena del norte, quien les sugiere que sigan el camino de baldosas hasta dar con el Mago, que podrá ayudarles a volver a casa. Además, la hechicera regala unas zapatillas rojas a Dorothy que tendrá que hacer taconear para poder regresar a su hogar.
En ese camino conocen a tres acompañantes: un hombre de hojalata que añora un corazón, un león que sueña con recobrar la valentía perdida y un espantapájaros con ansias de tener un cerebro.
Todos en busca también del hechicero, para que les ayude a cumplir sus deseos.
En el recorrido se topan con las diabluras de la malvada bruja del oeste, que pretende recobrar el calzado que lleva la protagonista y quiere impedir que los personajes consigan sus propósitos.
“Todo el mundo se puede sentir identificado con la idea de desear ser algo más. Todos tenemos también una bruja en nuestro interior y tenemos un hogar, ya sea físico o un estado mental. Además está el cachorro, todo el mundo debería tener uno”, dijo entre risas Haberkamp para explicar que la película no pasa de moda.
MAGO FUE COSTOSO
El rodaje de la película fue complicado. La producción resultó difícil y muy cara para la época.
En ese entonces MGM buscaba dar respuesta a “Blancanieves”, el gran éxito de Disney en 1937, pero los estudios se encontraron con un proyecto por el que pasaron cuatro directores: Victor Fleming, que filmó la mayor parte del metraje; Mervyn LeRoy, Richard Thorpe y King Vidor y hasta 16 guionistas, la mayoría sin acreditar, encargados de pulir los diálogos. Un trabajo complicado.
El filme se hizo con dos Óscar a la mejor banda sonora y a la mejor canción original, por “Over the Rainbow”. Su emisión en las televisoras de Estados Unidos se convirtió en una tradición a lo largo de las períodos.
LA CINTA ES DE LA ÉPOCA DORADA
La película, fruto de la época dorada de Hollywood, recuerda una manera de hacer cine, que ya no tiene continuidad.
“Después de la II Guerra Mundial, las sensibilidades cambiaron. Las tecnologías se desarrollaron al mismo tiempo, que los receptores se introdujeron en los hogares. Por eso hay cierto halo de nostalgia, cada vez que vemos esta historia, porque sabemos que ya no hay cosas así”, dijo Haberkamp.
A partir de 1960 la industria miró a la juventud, los 70 se centraron en la fabricación de “blockbusters” (grandes éxitos de taquilla) y ahora todo está centrado a la era digital.
“El séptimo arte evoluciona con su tiempo”, ratificó Randy. “No hay cine como el de antes, pero todo depende del punto de vista y de lo que cada uno encuentre agradable. En cualquier caso sería divertido ver qué piensa la gente de las películas de hoy día dentro de 70 años, si es que piensa algo”, concluyó.