Es común escuchar en las calles, “ahí le damos cualquier cariñito”, en boca de los profesionales del volante, que quieren eximirse de responsabilidades con las autoridades policiales. Lo peor de todo, es que los miembros de la fuerza pública acceden a los sobornos, como si fuera algo normal. ¿Entonces, que podemos esperar del sistema en el que vivimos? Si nosotros mismos somos quienes institucionalizamos los actos corruptos dentro de nuestro diario vivir. Así mismo, resulta normal que algunas personas compren fraudulentamente títulos secundarios, sin haber cruzado por un aula.
Lastimosamente, este comportamiento se sigue reproduciendo en las nuevas generaciones, ya que los niños siguen el ejemplo de sus padres y los adultos que los rodean. Es increíble, que si alguien denuncia o se opone a estos actos, sea mal visto y tildado de ‘tonto’ ya que la “viveza criolla” reina en el entorno. Es hora de cambiar este imaginario que nos hace tramposos y poco responsables frente a la sociedad.